Pinto Balsemão, una estrella política en la encrucijada
La carrera política de Francisco Pinto Balsemão, tras la muerte de Francisco Sa Carneiro, fue fulgurante. Considerado como un enfant terrible y calificado en 1980 como el político más diplomático del año, Balsemão se encuentra ahora en una encrucijada de su vida política. El congreso de su partido centrista, el Partido Social Demócrata (PSD), este fin de semana, y las elecciones generales portuguesas del 25 de abril próximo podrían significar su fin como dirigente del partido y como jefe del Gobierno.
Cuando el 4 de diciembre de 1980 el primer ministro portugués y presidente del PSD, Francisco Sa Carneiro, murió en un accidente de avión, y el nombre de Francisco Pinto Balsemão empezó a sonar como su más probable sucesor, la noticia fue acogida con sorpresa y bastante incredulidad, tanto en Lisboa como en Madrid.A los 43 años, Balsemão, a pesar de su ya larga experiencia política, iniciada en la oposición tolerada al Gobierno de Marcelo Caetano, y de la influencia alcanzada desde 1972 como director del semanario L'Expresso, eI periódico que anunció y prefiguró la transición democrática portuguesa, no había conseguido imponerle como político serio.
Dos años después, Balsemão se enfrenta con una difícil situación para su carrera: el congreso del PSD de este fin de semana y las próximas elecciones generales de abril pueden significar su fin como dirigente del partido y como jefe de Gobierno. Si Balsemão está preocupado, lo disimula bastante bien, pues hasta parecen divertirle los pronósticos contrarios. Se limita a recordar que actualmente es el primer ministro europeo más antiguo en el cargo y el jefe de Gobierno que más tiempo permaneció en el poder en Portugal desde 1974.
En 1973, cuando la revista Time dedicaba un largo artículo a los futuros líderes del mundo, escogía de entre los 150 políticos del futuro a un único portugués: Pinto Balsemão.
Estaba al lado de otro entonces casi desconocido: Juan Carlos I de España. Al principio de 1979, en pleno apogeo de la carrera de Sa Carneiro, el órgano oficial del PSD, Povo Unido, elegía a Balsemão como "el político más diplomático del año" en Portugal, en pie de igualdad, a nivel internacional, con Adolfo Suárez.
Tal vez valga la pena recordar las cualidades -prestigio social, estilo europeo, moderación en las decisiones, sinceridad democrática y clara separación de las carreras profesional y política- y también los defectos entonces atribuidos a Balsemão: enfant terrible, ma non troppo; una cierta ambigüedad en algunas cuestiones, un poco vanidoso, sin exceso, y el rechazo sistemático de las opciones radicalizadas, aun justificadas. Y el órgano del PSD concluía: "No parece tener muchas ambiciones políticas, aunque tenga cualidades para ello. 1980 será el año de su experiencia gubernativa. Después... nadie sabe".
Un periodista en el poder
De hecho, Balsemão, en dos años, consiguió desconcertar a todo el mundo, empezando por los periodistas, que vieron con ilusiones a uno de los suyos acceder a la presidencia del Gobierno; hoy en su mayoría consideran que pocos primeros ministros de la joven democracia portuguesa consiguieron tener tan malas relaciones, en general, con la Prensa y sus profesionales en el contacto directo.Amable, culto, bien parecido, con un trato personal sencillo e interesante, Balsemão era en 1980 un hombre sin enemigos, y la Prensa de derechas hizo de él una caricatura cruel: una máscara sin rasgos ni ojos, apenas iluminada por una inconfundible sonrisa.
Hoy, Balsemão es un hombre aislado, sin amigos, al menos en la clase política portuguesa, y a quien todo el mundo presenta como agarrado a un poder que le huye. Balsemão observa, no sin amargura, estas contradicciones con respecto a él y asegura que no se parece en nada a las imágenes que se tejen de su figura y que él no ha cambiado.
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