'La última sesión', el color de la nostalgia
Hace doce años, Peter Bodganovich nos dio una película hermosa como la melancolía, inquietante como la esperanza, dolorosa como la memoria. Esa obra se llama La última sesión y es la historia de un adolescente, Timothy Bottoms, que despierta a la vida sitiado por el tedio de un pequeño poblado de Tejas, un villorrio que apenas cuenta con una sola calle, ancha y polvorienta, barrida por el viento y golpeada por el abandono. En ese pueblo olvidado trata de hacerse hombre, de ganarse el futuro, con sólo un verdadero apoyo, un adulto que lo perdió todo -inolvidable interpretación de Ben Johnson-, un amor frustrante con la más guapa del baile -arrasadora aparición de Cybill Shepherd, por muchos años la musa de Bodganovich-, y una última, definitiva compañía: la entrañable sala de cine, testigo de sus torpes idilios, de sus soledades, de sus complicidades con los personajes de película que le dicen que es posible ser de otra manera en otra parte.Tiene La última sesión el sabor de las cosas que te son arrebatadas sin que te apercibas: esas lágrimas silenciosas de Cloris Leachman, esa juventud insolente y cruel de la Shepherd, esa inocencia que el protagonista va dejándose en la cuneta. Por algo la película está fotografiada en blanco y negro, que es el color de lo agridulce, de lo que te hace fuerte y vulnerable a un tiempo.
La última sesión está llena de homenajes que el cinéfilo reconocerá con gratitud, pero no son banales. Es un trozo de verdad rodado por un cineasta de raza cuando todavía tenía algo que decirnos. Y hay que agradecerle, además, que su amor a los actores nos dé los frutos de un reparto que no tiene desperdicio.
La última sesión se emite hoy a las 22.00 horas por la secunda cadena.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.