_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Perspectivas de la economía francesa

La situación económica en Francia no parece poder salir fácilmente de las dificultades en que se desenvuelve, en opinión del autor de este artículo. Aunque los problemas existían antes de la llegada del Gobierno socialista, su principal error, señala Antonio Terán, fue pensar que podían superar, solamente por su única voluntad, la crisis que afecta a todos los países.

Las dos devaluaciones del franco, la primera el 4 de octubre de 1981 y la segunda el 12 de junio de 1982 fijaron la paridad del franco a 2,83 francos por un marco, es decir, 20% menos que el 10 de mayo de 1981 y terminaban con las ilusiones del Gobierno socialista francés de conseguir un aumento del PIB del 3%, porcentaje que aquí se estima como mínimo para conseguir una baja del paro, objetivo éste considerado como preferente. El otro, el de contener la inflación a una tasa razonable, tampoco se alcanzaba, y mientras Alemania en los últimos años conseguía limitar la subida de precios en un 5%, en Francia, en 1979, era de 11,8%; en 1980, de 12,6% en 1981, de 14%, y en los seis primeros meses de 1982, el ritmo de inflación se acercaba de nuevo al 14%, tasa insoportable para la competitividad de los productos franceses.Los desequilibrios

Al no conseguir Francia, después del 10 de mayo de 1981, un aumento importante del PIB, toda su política económica que reposa ba sobre un crecimiento rápido de laeconomía y consecuente aumento de la recaudación fiscal para ha cer frente a las prestaciones socia les diversas en fuerte expansión y el considerable incremento del número de funcionarios, se vino ábajo, acentuándose. de una manera inquietante los desequilibrios fundamentales en la economía francesa, relativamente contenidos por el Gobierno anterior del señor Barré.

El déficit del presupuesto nacional para 1982 se estima que alcanzará 100.000 millones de francos, cuando en 1981 se situó en la mitad.

El déficit de los diferentes regímenes sociales excederá de los 30.000 millones de francos y el déficit del comercio exterior podría alcanzar, a final del año 1982, cerca de los 100.000 millones de francos.

Igualmente, no es satisfactoria la cifra de parados cuyo número excede de dos millones, con un aumento del 10% sobre 1981, a pesar de los 200.000 funcionarios contratados desde la elección del señor Mitterrand. El tipo de interés del dinero es el más elevado del Mercado Común, situándose en un 13%, en el mercado monetario, contra un 8,75%, en Alemania.

Estos inquietantes aspectos: de la economía francesa creaban fuertes tensiones, provocando, en el mes de mayo, un fuerte escepticismo internacional sobre la imposibilidad de mantener los objetivos económicos gubernamentales con tasas de inflación de más del doble que las de los demás países. del Mercado Común, y finalmente obligaron al Gobierno a efectuar la segunda devaluación, del 5,25%,el 12 de junio de 1982, instaurando al mismo tiempo un plan de bloqueó de salarios y precios que representaba un giro completo sobre la política económica del primer Gobierno Mauroy.

Quizá sea oportuno recordar que, a partir de mayo de 1968,. las diferentes remuneraciones en Francia seguían puntualmente el coste de vida, lo que, con las altas tasas de la inflación francesa, hacían perder competitividad a los productos industriales al tener que repercutir en sus costos los diferentes aumentos, salarios y otros, en porcentajes superiores a sus rivales internacionales más importantes en los mercados externos e, incluso, interior.

Para remediar esta situación, el Gobierno francés acompañó la última devaluación, del 12 de junio de 1982, con un plan de bloqueo de precios y remuneraciones hasta el 31 de octubre de 1982, persiguiendo con ello limitar la inflación al 10% en 1982, yal 8% en 1983, puesto que los precios, servicios y salarios están siendo objeto de negociaciones desde el, término del período de bloqueo, es decir, final de octubre.

El Gobierno pretende que la ¿masa salarial no progrese más del índice del coste de vida de los años 1982/1983, es decir, que para muchas categorías de franceses bajará el nivel de vida en 1982 y 1983.

Con esta política de austeridad se persigue dar a la industria francesa la competitividad perdida estos últimos años con el aumento de costos más rápido que en los demás países desarrollados.

Para poder sostener durante el tiempo necesario esta nueva política, el Gobierno reforzó en octubre sus reservas de cambio y posibilidad de crédito internacional, apuntalando su, moneda con el préstamo Jumbo de 4.000 millones de dólares, tendente a aligerar las presiones sobre su moneda. Y, con el mismo fin, a finales de diciembre, Francia consiguió una línea de crédito de otros 4.000 millones de dólares de Arabia Saudí.

La deuda exterior

Se estima que la deuda exterior francesa, el 10 de mayo de 1981, era de 15.000 millones de dólares, y que, a finales de septiembre de 1982, era de 45.000 millones. Frente a esta deuda, Francia puede alinear alrededor de 25.000, millones de dólares en oro, unas posibilidades de préstamo internacional de cerca de 14.000 millones y unas reservas en ECU de 8.000 millones de dólares. Es evidente que la, situación francesa en este aspecto no es todavía crítica, pero de continuar los empréstitos al mismo ritmo en 1983 que en 1982, la deuda exterior francesa podría alcanzar cifras inquietantes.

Por todo ello, las perspectivas económicas en los próximos meses no están todavía claras, ya que, la defiacion no es un hecho y la demanda internacional se mantiene estacionaria. La economía francesa, con un producto interior bruto dependiente de sus exportaciones en el 27%, necesita imperativamente que los mercados mundiales se reactiven y que la baja del dólar se confirme, dado que, el 73,8% de su consumo energético es importado y pagado en dólares, lo que grava mucho la balanza comercial.

Vemos pues que el Gobierno francés debe conseguir rápidamente una rebaja del déficit comercial, reducir rápidamente su déficit presupuestario y, en general, restablecer los demás equilibrios. Para ello, y no hay muchas recetas, debe obtener. una rebaja fuerte de la tasa de inflación, aumentar sus exportaciones, bajar el consumo. interior, ya que el crecimiento de éste ha beneficiado de una manera significativa las importaciones, aumentando el desequilibrio de la balanza comercial y provocando fuertes pérdidas de las reservas francesas que, dé continuar, podrían desembocar en una tercera devaluación del franco.

La locomotora francesa

Para evitar esto, la sociedad francesa se encamina hacia una pérdida significativa del poder adquisitivo en los próximos dos años, y si los bajos salarios pueden esperar un mantenimiento e incluso un ligero progreso en su nivel de vida, las remuneraciones superiores a 250.000 francos anuales, sea por un bloqueo de salarios o por aumento de cotizaciones sociales (dichas de solidaridad), o por los aumentos del impuesto sobre la renta, veran estacionar su poder de compra y para los más altos una baja, que algunos se apresuran a cifrar en un 4%.

Esta tendencia irreversible se verá, en la práctica, fuertemente acentuada con la contención de las prestaciones sociales que, por numerosos conceptos, se reparten en Francia. Al respecto, asistimos desde hace algún tiempo a un intenso forcejeo entre el ministro de la Solidaridad Nacional, monsieur Beregovoy, y los sindicatos de todas las tendencias: el primero imponiendo rebajas sustanciales en las prestaciones de paro, jubilaciones y familiares, y los segundos in tentando conseguir que las rebajas sean lo más leve posible.

La filosofía del Gobierno socialista, a la llegada al poder, era que Francia podía conseguir una expansión de su economía superior al 3%, sea cual fuere el entorno mundial. Incluso, se decía que la eventual expansión de la economía gala podría servir de locomotora a otros países, provocando con ello una nueva era de expansión en el mundo.

Pero la implantación de la política socialista francesa se vio contrariada con la aplicación, casi si multánea, en Alemania, de otra política económica completamente contraria, tendente a contener el déficit público y el consumo privado, y con el crecimiento casi nulo de las economías de los de mas países industrializados, más preocupados por la lucha contra la inflación que por otros objetivos. La política de expansión del Gobierno francés, a contra corriente del resto del mundo, dio origen a las dos olas especulativas contra el franco francés, de otoño de 1981 y primavera de 1982, y fueron la consecuencia lógica de la apreciación que los economistas mundiales hacían de la política francesa, anticipando su fracaso e imposibilidad de mantener la paridad del franco.

El Gobierno francés luchó contra estas especulaciones, procediendo a la compra de millares de francos, e implantando medidas técnicas en el comercio exterior, de una gran rigidez. Pero finalmente tuvo que ceder, procediendo a dos devaluaciones del franco e implantando un plan de austeridad que no hace otra cosa que mantener la economía francesa en un bajo nivel de actividad, esperando que una expansión general se produzca. Entre tanto, vivirá a un ritmo económico débil. Para 1983, se estima que el producto interior bruto (PIB) no alcanzará el 2%.

El paro seguirá aumentando para situarse a más del 10%. El comercio exterior seguirá, fuertemente deficitario y la lucha contra la inflación no está ganada, puesto que es necesario ver cómo los agentes económicos se comportarán sin el bloqueo de precios, cuya libertad total no se prevé hasta el segundo semestre de 1983.

Inversión privada

Ha entrado, pues, Francia en un período de intento de saneamiento estructural de la economía. Para ello, el Gobierno se beneficia del apoyo tácito de los sindicatos y del convencimiento de la mayor parte del público de la necesidad de reducir el consumo y de restablecer los principales equilibrios, que, aunque se han degradado en el período socialista, ya estaban bien enraizados desde hacía años en la economía francesa. Otra incógnita, quizá la más importante, es la inversión productiva privada, que se prevé bajará todavía, en 1982, en un 1,50%, después de dos años de crecimiento casi nulo y con una actitud patronal de espera, como consecuencia de la apreciación que emite de que las cargas suplementarias, evaluadas estas últimas a, 100.100 millones de francos y soportadas por las empresas como consecuencia de la política socialista, han restado competitividad y puesto al borde de la quiebra a miles de ellas (en el tercer trimestre de 1982, las quiebras han aumentado el 12% con relación al primero).

es presidente de la Cámara Oficial de Comercio de España en París.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_