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Larga huelga en la industria automoviIística francesa

Desde hace varias semanas, las huelgas de obreros inmigrados paralizan un sector importante de la construcción automovilística de este país.Las reivindicaciones más palpables son la económicas, pero la especificidad de los huelguistas (casi todos ellos norteafricanos) revela la emergencia de un contrapoder étnico, religioso, sociólogico en suma.

La casa Renault (empresa nacionalizada) de Flins lleva tres semanas parada. La fábrica de la misma marca, de Billancourt, ya contabiliza quince días de paro. Y la Citroén, en su fábrica de Les Vallois, también en las proximidades de París, está también afectada por una huelga desde hace una semana.

La producción global perdida se evalúa en 35.000 vehículos. Otras huelgas, semejantes a las actuales, desde el pasado mes de abril han reducido en 140.000 unidades la producción del sector automovilístico francés.

Estas cifras, en la actual situación de crisis económica, y de competitividad agresiva, colocan en condiciones de grave inferioridad al automóvil de este país.

En todos los casos, hoy, como en las huelgas que paralizaron el sector el año pasado, los actores de estas últimas son, en su inmensa mayoría, los obreros inmigrados del norte de Africa, es decir, los que trabajan en las cadenas y que, por otra parte, viven penosamente su existencia extraprofesional de marginados de la sociedad. Esta clase de trabajadores representa el 8% de la población activa, pero suma el 8,0% de los que realizan esas labores más duras en las fábricas.

Uno de estos obreros resumía ayer el complejo problema que los motiva: "Hemos dejado de trabajar para que se nos reconozca el derecho a evolucionar en nuestra carrera, y para conseguir trescientos francos más al mes. Se nos ofrecen 155 francos. Si creen que con eso vamos a reanudar el trabajo, se equivocan gravemente. Nosotros también tenemos nuestra dignidad".

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