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Los funcionarios llegaron a los ministerios, para iniciar su jornada laboral, cuando todavía era de noche

Las medidas destinadas a que los funcionarios cumplan los horarios -estipulados y otras disposiciones, que incluyen la entrada al trabajo a las ocho de la mañana, entraron ayer en vigor. Los ministerios conocieron una inusitada afluencia de trabajadores, en algunos casos desde antes del horario oficial de comienzo del trabajo. Los accesos al Paseo de la Castellana sufrieron considerables atascos. Por la tarde abrió la mayor parte de las oficinas de información y registro, que tuvieron escasa afluencia. No tuvo servicio al público la Jefatura Provincial de Tráfico, por falta de funcionarios de dedicación exclusiva, según fuentes del Ministerio del Interior.

-¿Qué opina de la entrada a las ocho?-¡Déjeme usted en paz!

El funcionario interpelado no sabía, quizá, que a las ocho de la mañana, ahora, en invierno, en Madrid es todavía noche cerrada. Como lo ignoraba, tampoco le sorprendió que el aparcamiento de los Nuevos Ministerios estuviera abarrotado, hasta el punto de que un jefe de Prensa puntual tuviera que aparcar, a esa hora, en la zona de visitantes. Posiblemente, a lo que no estaba acostumbrado era a ver los despachos del ministerio salpicados de niños que esperaban que sus madres firmaran el control y cumplieran la primera hora de trabajo para irse después a llevarles al colegio. Como comentó un ministro, "a esas horas no están puestas las calles".

Los funcionarios de los ministerios no exteriorizaban ayer excesivamente su malestar, en líneas generales, aunque apostillaban su supuesta conformidad con el nuevo horario con alusiones al sueldo de miseria.

Al margen de la anécdota contada por un electricista en el Ministerio de Educación, según la cual, "en Industria, el viernes, rompieron dos relojes que habían puesto", y de que algunos a quienes sus compañeros habían oído quejarse transformaban en público sus lamentos en discretos parabienes, la generalidad, somnolienta, se mostró "por el cambio, pero querríamos saber a cambio de qué", según decía una secretaria de Administración Territorial.

Dos funcionarias de la Dirección General de Trabajo aprobaban la necesidad de cumplir los horarios, "porque no somos privilegiados y así se hace en la empresa privada. Ahora, aquí no ha habido quién mandara y no tenemos casi trabajo". "Llevo siete años en el ministerio, y las medidas estrictas han durado quince días", explicaba otra. "Está fenomenal, siempre que lo cumplan todos". Se trata, en definitiva, de que no haya funcionarios de primera y funcionarios de primera hora, según chascarrillo que empezaba a pergeñarse.

No faltaron algunos signos de protesta colectiva. En el bar del Ministerio de Educación, por ejemplo, alrededor de 250 funcionarios hicieron una asamblea, en la que nombraron una comisión de cinco representantes para entrevistarse con el subsecretario y tratar de los horarios y de las retribuciones.

En la oficina presupuestaria del Ministerio de Trabajo llegaron todos a las ocho, aunque tenían un margen de un cuarto de hora. "Me ha dado mucha risa ver a tanta gente a la que no veía nunca", comentaba una funcionaria. También produjo cierta hilaridad, decían en Transportes, ver las carreras para adelantarse en los ascensores de quienes no llegaban a firmar a la hora establecida.

Atascos

Todos los funcionarios consultados coincidieron en afirmar que antes no llegaban más allá de las nueve o nueve y media, a lo que un conserje del Ministerio de Trabajo decía que "a esa hora venían los madrugones. Aquí había gente que llegaba incluso a las doce".Los enormes atascos que se produjeron ayer, desde las 7.30 de la mañana, en los accesos al paseo de la Castellana, de Madrid,- confirmados por la Policía Municipal, sirvieron de test para que quienes trabajan en los centros oficiales de la zona calculen a qué hora deben salir de sus casas. La madre de un niño rubio de ocho años, alumno del Liceo Italiano, se levantó, en Leganés, a las 5.45 de la mañana, para acudir al Instituto Nacional de la Vivienda. "Al crío le llevaré dentro de un rato al colegio", dijo. "Ahora, he de decir que mi subdirector ha llegado a y cinco, como yo". No sucedía igual con otros altos cargos, como el ministro o algún secretario de Estado, aunque la puntualidad de éstos fue suplida por los subsecretarios, como en los casos de Trabajo y - Administración Territorial. La encargada del control en el primero de estos departamentos había tardado más de -una hora en -llegar desde Carabanchel.

Desde primeras horas de la mañana los bares de los ministerios registraron gran asistencia. Un camarero de Transportes, Turismo y Comunicaciones pensaba que "hasta el final del día no podrá saberse si hemos hecho más caja, aunque pienso que no habrá gran diferencia. No es que hayan venido más, sino más apelotonados y, sobre todo, más pronto". También notó más temprana afluencia el estanquero del Ministerio de Trabajo: "Claro que se ha notado el nuevo horario. A mí también me ha tocado madrugar. No iba a dejarles sin fumar".

Falta de contrapartidas

A la espera de la aprobación de las prometidas nuevas retribuciones, que tendrán carácter retroactivo desde enero, las principales críticas que los afectados hacen al nuevo horario no lo son al cumplimiento de éste, sino a lo que consideran falta de contrapartidas. Una funcionaria de la Dirección General de Arquitectura opinaba que "han hecho lo fácil y bien visto de cara a la galería. Es una medida muy lucida para ellos y no podemos alegar nada, porque no exigen más de lo que está estipulado. Llevo aquí cuatro años y medio viniendo de 9 a 14.30, y reconozco que eso era un regalo y que ahora nos ha tocado la china. Pero lo que más nos molesta es que las reformas se hayan empezado con los horarios del funcionariado, sin tocar los sueldos ni considerar la efectividad del trabajo. Aquí un arquitecto gana 60.000 pesetas"."Después de que se dan prisa en ponernos firmes", comentaba un funcionario de Administración Territorial, "esperamos que se acuerden de los sueldos. Yo soy auxiliar y gano 24.000 pesetas de sueldo base. Con nueve años de servicio y todos los complementos, llego a las 45.000. Nos dejan una hora para comer y en concepto de comida nos dan al mes 1.705 pesetas brutas, cuando nos cuesta el menú 250 pesetas diarias. Nos ponen, en definitiva, el pie en el cuello. La gente no se niega a trabajar, pero quiere que le paguen, porque cada año nos quedamos más por debajo de la escala salarial. Los periódicos nos han tratado como delincuentes económicos y no han tenido en cuenta que si nosotros engañábamos a la Administración en el tiempo o en el trabajo, ella nos en gaña en el sueldo". En una cafetería situada enfrente del Ministerio del Interior, varios funcionarios desayunaban a las once de la mañana, "porque dentro no tenemos bar". Según manifestaron, en su departamento no les ha sido comunicado el nuevo horario de forma oficial, "aunque la gente ha empezado a llegar a las 8.30. Se ha notado en el aparcamiento".

Al parecer, las circulares oficiales sobre el particular han llegado de forma desigual a los ministerios -el jueves, a Transportes; el viernes, a última hora, a Hacienda, según dijeron lo que no ha dado tiempo a las familias a organizar temas como la forma de dejar a los niños en el colegio, al decir de algunos afectados.

Algunos funcionarios, especialmente mujeres, están considerando la posibilidad de acogerse al horario sin prolongación de jornada, que supone entrar a las. nueve, lo que les permitiría solucionar el problema escolar. Los niños, al parecer, no están muy dispuestos a cumplir una hora diaria de ministerio.

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