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La justicia británica pone en libertad al hombre que llegó hasta el dormitorio de Isabel II

Soledad Gallego-Díaz

Los políticos conservadores están enfadados: Michael Fagan, el londinense de 32 años, parado, que el pasado mes de julio logró penetrar en el palacio de Buckingham y llegar hasta el dormitorio de la reina Isabel II, ha sido puesto en libertad después de pasar tres meses en un hospital psiquiátrico de máxima seguridad. Lo curioso es que Fagan fue a parar al Park Lane Hospital, cerca de Liverpool, no por haber despertado a Isabel II, sino por haber robado un coche.

La legislación británica no pena el allanamiento de morada cuando no se han producido daños, así que el Ministerio del Interior, acorralado por una opinión pública furiosa y azuzada por la Prensa más amarilla, intentó dos caminos: procesarle por haberse bebido una botella de vino en otra excursión anterior por los pasillos del palacio real -lo que no dio resultado porque el juez le declaró inocente- y enviarle a la cárcel por haber robado en otra ocasión un coche. El caso era lograr un escarmiento.Afortunadamente para Fagan, el tribunal optó por enviarle a una clínica psiquiátrica y decidió que podría salir cuando los médicos lo dijeran sin que fuera preciso un permiso de las autoridades civiles.

Eso es precisamente lo que acaba de ocurrir. Un equipo de tres psiquiatras se entrevistó el pasado miércoles con Michael Fagan durante cerca de siete horas y, después de esa sesión niaratoniana de exámenes, pruebas y charlas, llegó a la conclusión de que el joven está muy mejorado y que, si bien no puede hablarse de una cura total, sí es seguro que no supone un peligro para nadie.

Irónicamente, la liberación de Fagan ha coincidido con un nuevo ejercicio de alerta de las fuerzas de seguridad encargadas de vigilar a la Reina, a su familia y al palacio. A raíz de la visita que ocasionó el cese fulminante del jefe de seguridad del palacio de Buckingham, estos efectivos fueron aumentados en un 30% y se les sometió a un severo entrenamiento. El caso no era para menos. Michael Fagan entró tranquilamente en las habitaciones privadas de la reina Isabel y se sentó en la cama hasta que ésta se despertó. La Reina dio entonces muestras de una gran presencia de ánimo e invitó a su inesperado visitante a fumar y a beber mientras intentaba desesperadamente, pero sin llamar la atención,avisar a la policía.

La principal preocupación del palacio de Buckingham, que no ha hecho ningún comentario oficial a la liberación del intruso, reside ahora en las probables declaraciones que hará Fagan a la Prensa. Los médicos que le han liberado sugirieron que se mantuviera tranquilo, "rodeado de la familia" y sin "presiones externas, que serán difíciles de soportar dado su estado de ánirno". Los consejos parecen haber sido vanos porque Fagan abandonó la clínica en el coche de un desconocido, probablemente un enviado de un periódico. Algunos afirman ya que el visitante de la reina ha hecho su fortuna porque recibirá unas 50.000 libras esterlinas (unos diez millones de pesetas) por contar sus memorias y su excursión a un periódico sensacionalista.

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