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"El destino se ha ensañado con mi familia", declara un hermano, de 'el Rubio', en libertad

La libertad condicional concedida recientemente a José Juan Cabrera Bautista, hermano de Angel Cabrera, el Rubio, ha vuelto a poner de actualidad la extraña desaparición del industrial tabaquero canario Eufemiano Fuentes. Siete años después del presunto secuestro y la no menos confusa muerte, José Juan Cabrera, tras haber cumplido una condena de seis años -fue detenido en 1976-, declara al recuperar la libertad: "Me gustaría regresar a mi puesto de Correos, pero después de que mi inocencia quede bien probada, lo cual espero que se produzca cuando se haga la luz por completo sobre este caso".

José Juan Cabrera, hermano de el Rubio, considera que "el destino se ensañó con toda mi familia". "Hasta mis hermanos pequeños", ha comentado, "habrían sido detenidos si no hubiese sido por su edad. De hecho, estuvimos en prisión todos los mayores -incluida mi hermana-, aunque sólo mi padre y yo fuimos condenados al final de un extraño proceso, en el que ni siquiera se pudo probar que Eufemiano Fuentes estaba muerto y que su cuerpo era, efectivamente, el que se encontró en el pozo de La Dehesa".No es sólo el hermano de el Rubio quien está a la espera de una clarificación de un asunto que causó gran expectación, tanto a nivel insular como nacional, porque el proceso por "presunto robo con homicidio" contra él, así como contra su padre, Juan Cabrera, y su hermano Roberto Victoriano, nada explicó a la opinión pública, que aún se sigue preguntando por el paradero de Eufemiano Fuentes.

Con la libertad de José Juan Cabrera se cierra otra puerta de un suceso que no ha sido esclarecido. Su padre se encuentra en libertad hace más de un año y su hermano Roberto Victoriano fue absuelto en el juicio, después de estar tres años en prisión preventiva. José Juan está alegre y sonriente, aunque mira con cierta tristeza: "He sufrido mucho durante estos seis años y medio. Ahora tengo que partir de cero, conseguir un trabajo que me permita sacar adelante a mi familia, junto a mi mujer, que ha padecido más que yo en estos años. Y, sobre todo, tengo que tratar de olvidar por un delito que no he cometido".

"Nunca vi a Eufemiano Fuentes", manifestó José Juan Cabrera, "ni siquiera lo había contemplado de lejos. Tampoco sabía dónde vivía. Cuando ocurrió el caso estaba trabajando de cartero y estaba estudiando para terminar el bachillerato. Había tenido unos exámenes y estaba preparando oposiciones para oficial de Correos, que se realizaron pocos días después y aprobaron todos los que se presentaron menos yo, que no pude hacerlo por estar detenido".

José Juan Cabrera se refirió a la última vez que vio a su hermano Angel, el Rubio, después de la desaparición del industrial tabaquero. Explicó que se encontraba detrás de la puerta del domicilio de sus padres cuando la policía, que llevaba dos horas en la casa, se lo llevó detenido. "Yo me pregunto", dijo, "por qué no registraron toda la casa y me detuvieron a mí en vez de apresarlo a él. Tampoco me explico cómo no pudieron coger a mi hermano si esta isla es tan pequeña y lo buscaron tanto".

El proceso comenzó el 9 de junio de 1980 y se prolongó una semana. El ministerio fiscal solicitaba las penas de veintiún años y un día para los tres procesados y quince millones de indemnización para los herederos del industrial. La acusación privada, por su parte, pedía treinta años de prisión y una indemnización de veinticinco millones. Sin embargo, los abogados defensores -Fernando Sagaseta, Calzada Fiol y Limiñana Canal- solicitaban la libre absolución de los procesados, pues consideraban "que no concurrían circunstancias que indujeran a condenarles como autores o coautores de los hechos". El principal encartado de los hechos, Angel Cabrera, el Rubio, se encontraba en paradero desconocido, después de efectuarse una de las más aparatosas y sofisticadas redadas policiales que se han visto en la historia de Canarias.

Falta de pruebas

Antes de celebrarse la primera sesión del juicio, el abogado Calzada Fiol pidió que se suspendiera para dar tiempo a que llegaran una serie de pruebas que había solicitado. Asimismo, exigió que se exhumara el cadáver que figuraba eñ el cementerio de Santa Brígida como perteneciente a Eufemiano Fuentes y que se enviaran sus restos al Instituto de Medicina Legal de Madrid para su examen. Dicha petición fue también denegada y, durante el juicio, Calzada Fiol expuso un estudio -que fue calificado de extraordinario por los círculos juristas de Las Palmas- en el cual se afirmaba que las pruebas aportadas para identificar el cadáver de Eufemiano Fuentes no eran suficientes. Se trataba de unas radiografías que el industrial se había hecho en Barcelona años antes de su desaparición.Calzada Fiol señaló en el juicio que los tresprocesados eran "chivos expiatonos de un proceso cargado de incongruencias y errores". Para este abogado, el sumario no tenía ni pies ni cabeza, refiriéndose a los detalles identificatorios del cadáver, a la falta de radiólogo en el equipo forense y al hallazgo de un trozo de cráneo de otro cadáver en el pozo de La Dehesa, lugar donde fueron encontrados los restos (sin el cráneo) que se consideraron pertenecía al industrial canario.

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