Natural aversión
El mundo del deporte conserva, entre otros tics del pasado, su natural aversión hacia cuanto significa libertad de expresión. A los árbitros se les coacciona desde el poder, para que no se expresen con sinceridad tanto para mantener una decisión como para reconocer el error. A los entrenadores se les sanciona por manifestar cualquier tipo de discrepancias técnicas con los árbitros. A los directivos se les abren expedientes por cualquier manifestación.Las gentes del deporte deben hacerse a la idea de que los tribunales deportivos únicamente deben entender sobre materias que les son propias. Lo que corresponde a la justicia ordinaria no debe mezclarse con la legalidad de un gol. Las gentes del deporte prefieren mantener su complejo de isla porque el desprestigio habitual de sus estamentos jurisdiccionales les ofrece la garantía del trapicheo y el cambalache.
Con el deseo de Quini de perdonar a sus secuestradores se han mezclado valores heterogéneos. La justicia decidirá independientemente de la actitud de Quini, pero pretender afirmar que el jugador con su actitud ha desprestiado al club y a su afición es sacar los pies del tiesto. El problema no está en lo que ha hecho Quin¡, sino en que su actitud no ha sido teledirigida por quienes consideran que el pago de unos salarios lleva implícita una venta total. Algunos dirigentes creen que en los jugadores compran algo más que los goles.
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