Las municipales
Parece que las elecciones municipales van a ser en mayo. Tiene uno escrito que las municipales, en España, son siempre algo así como la bayoneta calada de la democracia, un cuerpo a cuerpo mucho más cruento y verídico que unas generales.Las municipales, previsiblemente, van a corroborar, subrayar, mejorar -si posible fuera- los resultados de las generales y, sobre todo, van a corregir el psocialismo en lo que, para algunos, pudiera tener de "entreguismo". Van a "resocializar" el socialismo triunfante, más allá del regeneracionismo gubernamental. Tiene uno escrito, asimismo, que en España sólo hemos hecho y siempre hacemos la revolución municipal, ya que revoluciones universales, como la francesa, la rusa o la que Jefferson hace en Estados Unidos, parece que no están a la mano de nuestra historia, que desde el XVII o XVIII viene siendo pedánea. Pero unas municipales nos trajeron a hombres como Azaña o Besteiro, y otras municipales, las últimas, prepararon/presagiaron el triunfo socialista de Felipe/presidente/González por diez millones de votos. Hasta el director de una sucursal de banco pueblerina, y no sólo el cura o el cacique, está pensando ya, con grande espanto, en el mayo francés de las municipales. Los carteros rurales, a lo Marc Chagall, también suelen votar izquierda en unas municipales. Si los intelectuales madrileños han votado con el PSOE, los agricultores agrarios suelen votar contra el cacique. Las municipales no son unas elecciones con, en general, Sino contra. Me escribe desde Santander el gran Pío Muriedas, olvidado en su pueblo.
Ese alcalde santanderino que pasea por la ciudad/pasto (quince años ininterrumpidos de veraneo universitario santanderino me han llenado de amor por Cantabria) leonas en celo y jovencitos svásticos, ha grabado una cinta contra mí, que ya obra en mi poder y que les pongo a los amigos, en el campo, porque a los amigos les gustan mucho estas desgracias de uno.
Andrés Trapiello me envía su libro de poemas Las tradiciones con carta adjunta, muy literaria, donde se autoabsuelve del título. Las tradiciones son hermosas, querido Andrés, y una tradición española es que las municipales las gane la izquierda. José Calderón Salmerón, del "Ejército Republicano" (así lo escribe él), me manda una emocionada y emocionante carta. Cuánta España va uno entresacando de España. Teresa Duaso, de Barcelona, me escribe a propósito de mi último libro, El hijo de Greta Garbo, muy identificada con la mujer republicana, con la República/mujer que dibujo (en humo, como Juan Cruz) en ese libro. Pedro Balart me pide un largo artículo sobre la cultura nacional. Ana me retrata entre una carroza real y un reloj de arena. De la Zarzuela me llegan gratas palabras telefónicas. Sofía Morales (que va a exponer en Abril, de Carmen Abril) también se reconoce en mi Greta Garbo. He galvanizado, como sin querer, toda una generación de mujeres varonas a derecha/izquierda.
Todo esto y mucho más es lo que remueven unas elecciones municipales, arando el subsuelo ideológico y social de España, ejercitando por un día "la redención de las provincias", que dijo Ortega, y que hoy habría que llamar de otra forma. Torrente Ballester pregona ,en unos grandes almacenes. En Los gozos y las sombras, como en la Saga/fuga, está la épica y la lírica de la provincia, como está en Miguel Delibes, Caballero Bonald o Alfonso Grosso. Escritores principales y contemporáneos que han hecho la crónica de la España Provinciana.
Mantengo que el español siempre es de pueblo. (Los de capital quieren, cuando menos, ser de barrio.) Unas elecciones municipales, en un país de cultura agraria, son siempre cruciales. Son, hoy, la profundización de la democracia que muchos están pidiendo. Saludable inmersión en la España profunda.
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