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La Mafia napolitana gana la carrera del crimen a la de Sicilia

Juan Arias

La Camorra napolitana quiere hacer la competencia a la Mafia siciliana (Palermo) y hasta le ha ganado la carrera a finales y comienzos de año con dos crímenes múltiples espeluznantes. El día de nochevieja, en Nápoles, un arquitecto y dos primos suyos murieron carbonizados en un coche, y ayer, dos hermanos, Giuseppe y Michele Gervolino, uno de veintiún años y el otro de siete, murieron acribillados a balazos en casa de su madre, a quien habían ido a visitar. Tres individuos, cubierta la cara con una media, entraron donde estaban reunidos y, después de haber separado a patadas a la esposa de Giuseppe, embarazada de cinco meses, mataron a los dos hermanos.Y de nuevo Nápoles vive aterrorizada, mientras los comerciantes, víctimas continuamente del chantaje de los camorristas, a quienes tienen que pagarles inexorablemente una contribución forzada, han amenazado, en una carta enviada al presidente de la República, Sandro Pertini, con una huelga general de dos días si no se les protege definitivamente de esta plaga de la Camorra, que ha acabado el año 1982 superando en número de víctimas a la Mafia, con un balance de 373 asesinatos.

Y en este mundo complejo y grave del fenómeno mafioso se plantea un grave problema suplementario a las autoridades: dónde encerrar a los cientos de camorristas detenidos, que no pueden quedarse en las cárceles de Nápoles mezclados con los otros presos, porque enseguida organizan la delincuencia dentro del presidio.

Hasta ahora se ha intentado resolver el problema desperdigándoles por las diversas cárceles del país. Pero a donde llegan surge también el fenómeno camorrista, como pasa con la Mafia. Por eso varias regiones italianas han empezado a rebelarse.

El caso más espectacular acaba de suceder en Florencia. El Ministerio de Gracia y Justicia había decretado que unos doscientos camorristas napolitanos fueran trasladados en estos días a la nueva cárcel de Solliciano, en las afueras de la ciudad. Las autoridades de la región toscana se han plantado con un no rotundo. Y la ciudad de Florencia les ha seguido como un solo hombre con masivas manifestaciones de protesta, huelgas de hambre y amenazando con una huelga general que paralizaría la ciudad.

El Gobierno ha cedido. Nápoles ha acusado a Florencia de racismo. Pero lo cierto es que las propias autoridades napolitanas piensan que desperdigar a los camorristas no es una solución.

Así lo declaró ayer a este corresponsal uno de los políticos de mayor prestigio de la región de Campania, diputado y ex subsecretario, de Comercio Exterior, Baldassarre Armato. Aunque la medida pueda parecer dura, puede resultar necesario "crear en zonas desiertas y aisladas del país centros donde puedan vivir estos detenidos sin que consigan influir en la población". "En otro caso", afirmó Armato, "existe el peligro real de contagio". Y añadió que es insoportable, por ejemplo, mantener dentro de Nápoles una cárcel como la de Poggioreale, con casi 3.000 detenidos, que se ha convertido en un verdadero infierno.

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