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ANDALUCIA

Presunto suicidio de un niño de doce años tras ser reprendido por su madre por haber roto un juguete

Un niño de doce años de edad, alumno de educación general básica, perdió la vida en su domicilio de Saulúcar la Mayor (Sevilla), por ahorcamiento en el cobertizo de su domicilio tras haber sido reprendido por su madre por haber roto un juguete de su hermano menor. El trágico suceso -del que no se sabe con certeza si fue un suicidio o un accidente- ocurrió a última hora de la tarde del sábado y sólo pudo conocerse, con dificultad y sin una completa ciarificación, ayer. El entierro del pequeño tuvo lugar el domingo en el cementerio local.

El niño fallecido a consecuencia del accidente o suicidio respondía a las iniciales J.R.P.M., tenía doce años, era estudiante de sexto curso de EGB y vecino de la calle Inmaculada Concepción número 1 de Sanlúcar la Mayor, una localidad de siete mil habitantes situada a veinte kilómetros de Sevilla capital. La fatal determinación la habría tomado tras ser reprendido y, al parecer, golpeado por su madre a causa de una travesura infantil consistente en la rotura de un juguete perteneciente a un hermano menor. La familia de la víctima, por su parte, asegura que lo ocurrido fue un accidente lamentable. Una semana antes se había ahorcado un anciano en el mismo pueblo.Según la versión que ha podido obtener EL PAIS de fuentes oficiosas de la Guardia Civil, que practicó las primeras diligencias, las iniciales mencionadas corresponden a José Ramón Perejón Molíns, hijo de Antonio y Rosario, nacido el 16 de enero de 1970. José Ramón tenía siete hermanos -todos, excepto uno, mayores que él- y pertenecía a una familia de extracción humilde. El niño desarrollaba una vida escolar y familiar normal y cada tarde, al salir del colegio, ayudaba a llevar las cuentas en un bar de la población.

Fue accidente, según la familia

Al parecer, el chaval había estado en la tarde del sábado entreteniéndose en casa con el juguete de su hermano más pequeño, que rompió. El estropicio provocó una regañina por parte de su madre, que llegó a levantarle la mano en actitud amenazante. José Ramón le replicó: "¡Ya no me pegas más!" y, acto seguido, se encaminó hacia el soberado, una especie de cobertizo existente en la casa familiar, donde, presuntamente, se ahorcó atándose a una cuerda colgada del techo y subiéndose a un recipiente de combustible. Eran las 18.45 horas. Los familiares, al percatarse de que el niño tardaba demasiado, fueron en su busca y hubieron de derribar la puerta de entrada al soberado, ya que el pequeño se había encerrado por dentro. Le encontraron ya cadáver. Tras alguna resistencia inicial, un familiar de la víctima aceptó explicar su propia versión de los hechos a este periódico. En su opinión, lo que ocurrió a José Ramón fue un accidente y nadie de la familia cree en la posibilidad del suicidio. Se ofrece como prueba de este relato el hecho, que no ha podido ser confirmado con el forense, de que el chico no apareció ahorcado, sino desnucado, lo que apunta en la dirección de que podría habérsele volcado el depósito al que subió para simular su ahorcamiento y asustar a su familia. Siempre de acuerdo con esta misma versión, el autor de la riña fue el padre, que no quería darle permiso para acudir a un partido de fútbol. El suceso ha originado una gran consternación entre los padres, hermanos y otros parientes del niño.Varios vecinos de Sanlúcar la Mayor coincidían ayer en una explicación que guarda cierta similitud con lo expresado por la familia. Según ellos, José Ramón Perejón no tenía el propósito de quitarse la vida, sino de asustar a su madre por la riña que había sufrido momentos antes del drama. Una profesora del colegio nacional Primo de Rivera, donde estudiaba, señaló que "era un niño juguetón y alegre, al que le gustaba mucho llamar la atención sobre sí mismo". En este centro no se encontraba entre los mejores alumnos y su rendimiento escolar no pasaba de mediano, pero su carácter inquieto y, en alguna medida, inadaptado, no le había causado hasta ahora ningún problema grave.

Estas apreciaciones fueron confirmadas a EL PAIS por el director del colegio, Antonio Infante, quien ratificó que era un chico bromista, con un rendimiento no muy bueno en sus estudios -"pero no menos de lo normal en muchos niños"- y que sacaba malas notas, sin que esta circunstancia le afectase especialmente. Las pruebas psicológicas que se le hicieron, como al resto del alumnado, en cursos anteriores, no habían arrojado ningún dato que hiciese pensar en un desequilibrio ni, mucho menos, en la eventualidad de que su vida acabase tan trágicamente.

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