El prestigio y lo popular
El proyecto de ley de la Cultura Física y el deporte pretendía hacer pasar por las Cortes un artículo mediante el cual el Gobierno nombraría al secretario de Estado de una terna que le presentaría el propio mundo deportivo. Con aquella trampa saducea se quería meter al Gobierno de la nación un gol por la escuadra, Todavía recuerdo que cuando combatí aquella aberración puse como ejemplo que mediante ese fórmula podría suceder que en un Gobierno presidido por Felipe González dirigiera el deporte el Marqués de la Florida.Afortunadamente, el artículo 22.1 quedó reducido a que la designación se produce entre personas de reconocido prestigio en el mundo del deporte. El actual presidente del CSD, Romà Cuyàs, es hombre de reconocido prestigio, aunque no haya sido una figura popular que es lo que, por lo visto, entiende Televisión Española que debe primar para este nombramiento. Indudablemente, Cuyàs no es tan conocido como Porta, pongamos por caso, pero tampoco es tan impopular. Efectivamente, Cuyàs ha sido un atleta de segunda fila, pero posee una cualificación profesional superior a la de la mayoría de los dirigentes que salen a diario en los papeles. Cuyàs no ha sido nunca un figurón como dirigente, pero su capacidad de programación está renocida internacionalmente. Por el Comité Olímpico Internacional, sin ir más lejos.
El prestigio y la solvencia no han sido nunca sinónimos de popularidad. Cuyàs en los tiempos pasados, por razones obvias, no pudo estar en los primeros planos. El cambio consiste, entre otras cosas, en cambiar de imagen. Lo curioso es que Televisión haga una manipulación del cumplimiento de una ley por la que no hizo nada para que fuera mejor.
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