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Distensión en las relaciones del Gobierno de Mitterrand con la patronal

El pulso iniciado el día 10 de mayo de 1981 entre la izquierda triunfante y los patronos franceses no ha cejado, pero la tirantez no es la misma. Los socialistas parecen haber comprendido que no pueden gobernar contra la patronal, y esta última, a trancas y barrancas, juega su juego. Acaba de aparecer el primer libro en Francia sobre esta cuestión, titulado Los Patronos frente a la izquierda. Según conclusión del mismo, los adversarios del poder socialista, que son mayoría, se encuentran por igual a todos los niveles: grandes, pequeñas o medianas empresas. Y la cuestión que más les preocupa a todos es la del poder. De buena o mala gana admiten la administración de la izquierda, pero de ninguna manera que se lesione su legitimidad, frente a los obreros, en el seno de la empresa.

La izquierda y sus sindicatos, en este país, durante siglos, han patentado un tema que fue irrefutable hasta no hace mucho: "El Mesías son los proletarios, Satán es el patrono". Aún hoy, para muchos, todo éxito económico, por definición, es dudoso. Cualquier tipo de provecho es condenable.Los autores del libro precitado, los periodistas Jean Gabriel Fredet y Denis Pingaud, resumen esa mentalidad de un pueblo que valora como nadie la posesión de las cosas: "Los franceses adoran el dinero y el poder, pero detestan el dinero y el poder de los otros". De aquí que los patronos no amen a la izquierda y que la izquierda no ame a los patronos. Y esto, en el caso presente, a pesar de que las empresas en Francia, como en el resto del mundo, se encuentran enfrentadas a la más grave crisis del mundo, desde aquella ya legendaria de la década de los años treinta. La historia, de la guerra fría entre la patronal francesas y la izquierda que llegó al poder en 1981 fue un duelo a muerte hasta el verano pasado.

Desde entonces, el cambio radical de la política económica del Gobierno ha mejorado la atmósfera, aunque no ha curado una herida posiblemente incurable. El célebre fabricante de neumáticos François Michelin se refiere a esa enemistad inexorable entre los patronos y los políticos, de derechas o de izquierdas: "Desde 1936, los patronos ya no pueden realizar seriamente su trabajo". Y cita como ejemplo reciente: "Raymond Barre, como sus sucesores, no hacía mas que denigrar a los jefes de empresa, y, naturalmente, las gentes han terminado por votar por la izquierda".

Distribuir o producir

El malentendido fundamental entre el poder socialista y la patronal es doble. El primero de ellos lo resume un eslogan simple: "Antes de distribuir hay que producir". La generosidad social de la izquierda, que hasta hace algunos años se doblaba de incompetencia a la hora de gestionar, continúa mosqueando a la patronal gala, a pesar de que, hoy, en el mundo socialista de este país, se reconoce que militan expertos tan válidos como el que más. Por ello, tiras un año de algaradas ideológicas, el cambio del cambio está produciendo sus efectos, y ha amortiguado la tensión.El segundo malentendido: "No toquen ustedes nuestro poder en la empresa". Los patronos lo repiten uno tras otro: "Lo que más tememos, aunque casi todas las medidas socialistas son graves, es la institución del poder sindical en las empresas. El poder sindical es la irresponsabilidad en el poder".

Lo que queda, al final de la lectura del libro sobre los patronos y la izquierda, es que estos últimos, a pesar de las nacionalizaciones del mitterrandismo (cerca del 20% del producto nacional pertenece al Estado), el Centro Nacional de la Patronal Francesa (CNPF) continúa siendo una máquina bélica con la que cualquier Gobierno tiene que contar. Los orígenes del CNPF datan de los años que siguieron al final de la última guerra mundial).

La leyenda, ilustrada sobre todo por los comunistas, dice que, en Francia, el dinero está en manos de doscientas familias. El estudio minucioso del tejido económico-financiero-comercial del hexágono galo da resultados más matizados y complejos. El CNPF, con sede central en París, son 83 federaciones profesionales, seiscientos de base, 163 uniones territoriales y más de dos millones de empresas, de todas las tallas, que emplean a trece millones de asalariados.

No niegan que, en época de elecciones, el CNPF financia con la mano izquierda a la derecha. No se conocen las cifras con exactitud. El entonces líder de la oposición, François Mitterrand, durante la campaña legislativa de 1978, afirmó que la patronal le había regalado mil millones de francos a la derecha gobernante. La moral, en este país, en la derecha como en la izquierda, no se lleva bien con el dinero. Y, por ello, todo es oscuro y resbaladizo en este terreno de la conexión empresas-políticos.

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