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El control estatal de la televisión privada británica exige 'réplica' a un programa

Andrés Ortega

La exigencia del organismo estatal tutelar de la televisión privada británica (IBA) de promover un programa complementario que contrarreste la actitud antinuclear de otro pendiente de emisión, ha planteado por parte de los autores de este último programa la acusación de "censura política" contra los responsables del IBA. Este hecho vuelve a poner en cuestión la "independencia" de la televisión privada británica, ya cuestionada por similares casos ocurridos.

¿Censura o imparcialidad y visión equilibrada en la televisión comercial -independiente- británica? El juego de la verdad, un documental de hora y media sobre el tema de las armas nucleares, realizado por el periodista John Pilger, no será emitido el próximo 23 de noviembre.La autoridad independiente de emisiones (IBA) que tutela la televisión comercial no quiere cortarlo, pero exige que se prepare un programa "complementario" que presente otro punto de vista distinto del antinuclear a la opinión pública del país.

Para Pilger, El juego de la verdad -dirigido por David Munro- pretende mostrar como la verdad "oficial" en el Reino Unido ha inducido a la gente a aceptar la necesidad de las armas nucleares e incluso de una guerra nuclear. Insiste Pilger, en que la verdad "oficial", "imprecisa o distorsionada" es propaganda que distancia a la gente de los horrores de una guerra nuclear para ganar su aceptación pasiva.

Frente a ella, Pilger sitúa la verdad "no oficial" -la información que se guarda secreta-, como, por ejemplo, el hecho de que el Gobierno dijera en junio de 1980 que sólo había una docena de bases norteamericanas en el Reino Unido, cuando El juego de la verdad muestra un mapa que indica la existencia de 103 de tales bases norteamericanas.

"Mi película", explica Pilger, contiene pocas imágenes horribles. Trata del lenguaje: un lenguaje a menudo tranquilizador que impide a los científicos, a los políticos y a la gente imaginarse lo inimaginable. Las consecuencias que se derivan del documental apoyan las tesis del movimiento antinuclear y el programa, según Pilger, "ha levantado temores en círculos oficiales de que pueda influir significativamente en la opinión pública sobre la planificación para una guerra nuclear". De ahí proviene lo que Pilger califica como "censura política".

El propio presidente de la IBA, lord Thomson, rechazó esta acusaciónde "censura por la puerta de servicio", asegurando que Pilger no dispone de "un monopolio de opinión". En el programa hay entrevistas con líderes del movimiento antinuclear, pero Pilger incluyó también declaraciones extensas de personas, como Caspar Weinberger, secretario norteamericano de Defensa, o el general Bernard Rogers, comandante supremo de la OTAN.

La IBA tiene, por ley, que velar por la "imparcialidad" de los documentales que emite la televisión comercial. En los noticieros, esta imparcialidad, explicó un portavoz de la IBA, ha de ser absoluta.

En cuestión de documentales, la IBA dispone de mayor libertad, ya que el equilibrio de la información puede venir de una serie de programas y no de uno solo.

De esta circunstancia proviene que la IBA haya exigido que se realice otro "programa complementario" que se emitirá poco antes o después -cuestión de horas o de semanas- de El juego de la verdad, calificado por la propia IBA como "una contribución válida al creciente debate sobre las armas nucleares".

En un gesto poco acostumbrado, fue la junta directiva de la IBA la que personalmente vio el programa antes de tomar su decisión. Pilger asegura que su documental se acoge a las recomendaciones de la IBA.

La decisión de IBA ha planteado serias dudas y un debate sobre la "independencia" de la televisión comercial británica. Varias personas han sugerido que el "programa suplementario" debería ser El juego de la paz, un documental sobre las armas nucleares realizado por el propio Ministerio de Defensa. En los últimos años ocurrió un caso similar cuando la BBC decidió prohibir la emisión de El juego de la guerra, que era un programa inequívocamente antinuclear.

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