Las razones de Carrillo

Desde la óptica relativamente objetiva de quien no milita en organización política alguna, no puedo por menos de lamentar la dimisión (forzada más que forzosa, a mi entender) del sefíor Carrillo, que desde la Secretaría General había conseguido aplicar una política de síntesis entre los ultrarrenovadores y los ortodoxos y poner al PCE a la altura de cualquier otro partido moderno y dinámico, sin por eso dejar de ser comunista.Si en lugar de los cuatro escaños (que no reflejan en absoluto la lucha desarrollada por los comunistas para devolver las libertades perdidas a nuestra patria) se hubiera mantenido o aumentado el

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número de dipiatados, ¿qué dirían entonces los que ahora piden su cabeza? Aquí se hace válido el refrán que dice que "del árbol caído todos hacen astillas".

Por último, nian'ifestar mi extrañeza por las declaraciones del señor Claudín al diario EL PAÍS sobre que "objetivamente (el PCE) ahora no es un partido necesario", declaraciones que parecen más fruto del desprecio que de un auténtico análisis objetivo de la actual realidad política española. /