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El hijo del mariscal Rommel, reelegido alcalde de Stuttgart

El político democristiano Manfred Rommel, de 53 años, hijo del mariscal alemán conocido como el zorro del desierto, ha sido reelegido alcalde de Stuttgart por la abrumadora mayoría de casi el 70% de los votos.

Su popularidad está por encima de los partidos, como demuestra el 69,8% de votantes que le reeligieron el pasado domingo alcalde de Stuttgart. Rommel tenía quince años cuando su padre se suicidó por orden de Hitler. En los noticiarios de la época aparece el hoy alcalde de Stuttgart ante el féretro del mariscal durante los funerales oficiales. El recuerdo' del padre acompaña siempre a este político democristiano, que se ha ganado las simpatías de sus conciudadanos hasta cotas casi plebiscitarias.Rommel ha sabido conservar en la política una fuerte dosis de humor y practica de verdad un liberalismo conservador. Su carrera política comenzó a la sombra de Hans Filbinger, el siniestro presidente de Gobierno de Baden-Wurtemberg, que tuvo que dimitir de su cargo por su participación como fiscal en procesos concluidos en ejecuciones injustas en los últimos días del nazismo.

Rommel no se contagió por la miseria humana de Filbinger, que llegó a olvidar las ejecuciones que presenció. Rommel se despegó de él y en 1974 fue elegido por primera vez alcalde de Stuttgart, pero tuvo que presentarse a la segunda vuelta, porque en la primera sólo tuvo un 4% de votos.

En la alcaldía de la capital de Baden-Wurtemberg, Rommel es un modelo de tolerancia y liberalismo. Cuando la histeria provocada por el terrorismo llegó a que se tratase de negar el entierro en Stuttgart a los terroristas muertos en Stammheim (Andreas Baader, Gudrun Ensslin y Karljan Raspe), Rommel dio la cara para decir que con la muerte se acaban los odios.

Rommel llegó incluso a dar trabajo en la administración municipal a algunos radicales perseguidos por la caza de brujas de Filbinger y su ministro del Interior, el ex nazi Karl Schiess.

El alcalde de Stuttgart es un político al que la alcaldía le queda ya pequeña para su talla y prestigio. Muchos desearían verle actuar en Bonn, con el nuevo Gobierno democristiano; pero su figura resulta probablemente peligrosa para los actuales dirigentes de la CDU.

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