_
_
_
_
Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La frontera interior

Entre las muchas situaciones codificadas de que se alimenta el rito -uno de los ritos civiles, con ciertas connotaciones paganas, más oficiados de este siglo- del western hay una que se repite y renueva cíclicamente en cada etapa de este género cinematográfico. A grandes rasgos, se trata de un esquema dramático al mismo tiempo estático y crispado, en el que un hombre solo, absolutamente solo, ha de afrontar una espera en la que, al final, se agazapa la muerte violenta.Es el esquema de Solo ante el peligro de Fred Zinnemann, de Juntos hasta la muerte de Raoul Walsh, de Río Bravo de Howard Hawks, de El hombre del Oeste de Anthony Mann, de El pistolero de Henry King, y de otros muchos grandes westerns, entre los que se encuentra el excelente filme de Delmer Daves que hoy emite la televisión, El tren de las 3.10.

El western es un género narrativo itinerante: su forma es siempre, incluso en aquellos filmes donde predomina dramáticamente la inmovilidad, como ocurre en los anteriormente citados, el recorrido de un itinerario. Unas veces se trata de un itinerario espacial: remontar un río, atravesar una montaña, cruzar una pradera, seguir el rastro de un fugitivo, explorar un territorio virgen.

Otras, en cambio, se trata de atravesar un itinerario temporal: un hombre espera a otro hombre, aguarda un acontecimiento exterior, transita sobre el filo de una duración hostil. Ambos modelos se ajustan al rito del cruce de una frontera. En el primero acompañamos -en ambos tipos de filmes predomina en principio de la identificación- a un individuo sobre el trazado de una ruta sin retroceso posible, en la que atravesamos con él una frontera física; en el segundo seguimos el rastro de un individuo orientado hacia un tránsito -igualmente sin retroceso, y de ahí la condición trágica de este tipo de filmes- de índole moral.

El tren de las 3.10 es un ejemplo puro, y de gran intensidad fílmica, del rito del paso de una frontera interior. Un hombre, mantiene apresado a otro, un foragido, a la espera de un tren en el que ha de trasladarlo a la cárcel. Su lucha es doble: contra los que se oponen a este traslado y, sobre todo, contra el tiempo, ese tiempo en forma de plazo fatídico que separa el comienzo de la captura de la llegada del tren salvador. Entre el comienzo y el final del relato asistimos al fenómeno de una mutación, de una epopeya interior en la que el itinerario, en lugar de cruzar desolados territorios, atraviesa soledades psíquicas.

El parentesco de El tren de las 3.10 con Solo ante el peligro es más que evidente. El filme de Daves fue realizado en 1957 y el de Zinnemann cinco años antes, en 1952. Hay pues, en sentido argumental y mecánico, una relación de deuda entre uno y otro. Pero el parentesco se acaba ahí y la balanza de la complejidad y la hondura se inclina, a mi juicio, a favor del filme de Daves, muchomás rico que Solo ante el peligro, con la sola excepción de la memorable, y casi fortuita, interpretación de Gary Cooper en este último. Gleen Ford se acerca al modelo, pero realmente no puede superar a un Cooper insuperable.

De los varios, y algunos muy notables, westerns de Delmer Daves -Flecha rota, El retorno del tejano, Cowboy, Jubal, El último tren de Gun Hill, El árbol del ahorcado- es este el mejor, sin duda alguna. Su estilo está influido por el de los grandes filmes del Oeste rodados en los años cincuenta por Anthony Mann. Daves acentúa incluso las aristas violentas de su maestro y, en El tren de las 30. 10, se aproxima a un juego de formas fílmicas próximo a las tradiciones del expresionismo, trasladadas por Fritz Lang al western clásico. Una interesante película.

El tren de las 3.10 se emite hoy a las 16.05 por la primera cadena.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_