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Miles de amas de casa y jóvenes españolas han atravesado la transición a través del consultorio de mayor audiencia

El programa radiofónico Consultorio de Elena Francis, que se emite por cincuenta emisoras de casi todo el territorio nacional y que ocupa los primeros puestos de audiencia, es el ejemplo más claro de simulación de una realidad inexistente a través de los recursos que ofrecen los medios de difusión de masas, y especialmente la radio. El investigador francés afincado en España Gerard Imbert, autor de un libro que acaba de aparecer titulado Elena Francis, un consultorio para la transición (Ediciones Península), sostiene que Elena Francis es una ficción, creada en 1948, que se mantiene, a pesar de todos los cambios sociales, en un marco de claras connotaciones nacionalcatólicas y de defensa de una imagen tradicional de la mujer.

Miles de amas de casa y jóvenes trabajadoras del medio rural y urbano seguramente se han construido desde hace años un retrato robot de la mujer que está detrás de la voz que cada tarde, con el mismo tono, con el mismo ritual y el mismo escenario de recursos musicales y radiofónicos, contesta a consultas sentimentales o da consejos de depilación siempre con la misma actitud maternal-sacerdotal.La construcción de esta imagen es posible gracias a la repetición de símbolos y recursos radiofónicos que se transmiten masivamente, ya que son cincuenta las emisoras que han vendido media hora diaria de antena en toda España a la casa Francis para que estas mujeres se mantengan pegadas al aparato receptor mientras limpian, cosen o simplemente descansan. Entre las cadenas que emiten este programa, que lo cobran como cualquier otro programa publicitario, se encuentran la COPE y Radiocadena Española.

Pero ¿dónde está esa mujer llamada Elena Francis? ¿Quién ha visto su rostro? ¿Cuándo ha aportado al programa alguna o algunas de sus experiencias personales? ¿Cuándo ha aparecido en público o en la Prensa del corazón, tan atenta siempre a este fenómeno de las estrellas de los medios de comunicación?

"Una señora digna y preparada"

Algunos especialistas que se han interesado por el análisis de este programa y sus consecuencias sociales mantienen la hipótesis de que Elena Francis no existe, que nunca ha existido en la realidad, que es una ficción radiofónica y, en su origen, una ficción publicitaria. Alguien todavía más suspicaz mantiene que la señora Francis es un hombre. El cerebro actual de este montaje podría ser, en realidad, un hombre que trabaja desde hace quince años para un equipo de especialistas que están conectados a la empresa Bel-Cosmetic, firma comercial de productos de belleza en el que se incluye el Instituto Francis, que a su vez patrocina, diseña y graba el programa. Por este motivo sus productos son anunciados varias veces en el transcurso del programa radiofónico.Según responsables directos del Instituto Francis y del programa radiófonico Elena Francis existe, es un ente físico. Se trata de una señora "muy digna, muy preparada y muy amante de su intimidad", que tendrá en la actualidad entre 68 a setenta años. No es posible hablar con la presunta Elena Francis "porque sigue una norma estricta de no conceder entrevistas ni aparecer en público". "Sus razones tendrá", explica una responsable del Instituto Francis para tener tanto aprecio a su vida particular".

Las conversaciones con personas de responsabilidad en el consultorio, como son el "señor" Hortelano o la "señora" Huertas, se desarrofian en un clima de gran cortesía y atenciones pero no son ajenas a un cierto halo de misterio cuando hablan de Elena Francis. "En los primeros años del programa salía su voz", explican, "ahora sale a antena la voz de una locutora. Elena Francis se ha rodeado de un equipo de doce personas, entre los que hay médicos y psicólogos, y ha conseguido mantener un programa insólito en nuestro país".

Este equipo se encarga también de seleccionar los tres sacos diarios de cartas que recibe Elena Francis. A algunas contesta en el programa radiofónico y a otras por correo. Las interlocutoras no pertenecen por término medio a un nivel soéial. bajo, según los responsables del programa. "No es cierto este sambenito que nos cuelgan de audiencia socialmente baja y para señoras mayores". Le edad de la audiencia parece enmarcarse, según algunas investigaciones, entre las jóvenes de 16 a 20 años.

Discurso nacionalcatólico

A Gerard Imbert no le interesan tanto los aspectos mercantilistas y publicitarios del tema, porque lo que él ha hecho ha sido un análisis del discurso que presenta el programa de Elena Francis y el significado del mismo en la transición política y social española. "El consultorio radio fónico de Elena Francis no es más que un simulacro, un fetiche; pero se trata de un simulacro en el que en realidad no existe ni siquiera estafa. Elena Francis es su voz simplemente, una voz hecha carne que no necesita de encarnación personal. Existe realmente, socialmente, como representación ideológica, como hecho del lenguaje. Y no se puede hablar en este caso de una usurpación de identidad, sino de una creación ficticia de identidad".La conclusión a la que ha llegado Gerard Imbert, especialista en el análisis de los discursos sociales y políticos de la transición española (con anterioridad ha escrito dos libros sobre este tema), es que, aunque en un nivel superficial el consultorio de Elena Francis ha integrado nuevos temas y renovado y puesto al día el lenguaje -incluso ha introducido algunas referencias al lenguaje progre y hasta el cheli con relación a la etapa anterior-, en un nivel profundo, sin embargo, el discurso de este programa continúa siendo claramente nacionalcatólico. Los cerebros de este programa han optado por no arriesgar demasiado y mantener una audiencia cómoda.

Esta es, entre otras, una de las razones por las que el consultorio rehúye el conflicto; sumerge al oyente en problemas reales, pero luego le libera instalándole en un universo dogmático, tranquilizante y no conflictivo. "A pesar de los intentos de reformarlo", dice Imbert, "el consultorio se presenta como un ejemplo de continuidad dentro del cambio, y todo ello a pesar de la imagen que quieren dar los asesores del programa de la señora Francis, a quien presentan como una mujer culta, religiosa y progresista, lo cual resulta bastante paradójico".

Del análisis que ha realizado Gerard Imbert -la media hora diaria del programa desde noviembre de 1977 hasta mayo de 1980 se desprende que éste está totalmente grabado, mantiene una sintonía de identificación e incluye publicidad de los productos de la casa: el consultorio y los consejos de belleza. "La estructura del programa es muy rígida, completamente ritualizada, tanto en la sucesión de frases y palabras como en la letanía de la voz -siempre una voz de locutora-; la voz de la presunta señora Francis, que contesta. Las respuestas son leídas, y ni siquiera se concede un ápice a la improvisación".

En cuanto a las funciones que cumple el consultorio de Elena Francis, que luego se alarga por carta en determinados casos -a los que "Elena Francis estima conveniente contestar por correo en vez de en las ondas"-, el investigador llega a la conclusión de que este consultorio persigue cumplir una triple función: una, informativa (consejos prácticos sobre asuntos dornésticos); una segunda función, terapéutica (tiende hacia la resolución de problernas), y una tercera función, recreativa (espacios musicales intercalados).

La mezcla de estas funciones reflejaría la naturaleza de la actual cultura de masas, y, en particular, la cultura radiofónica. Por eso, en el medio radiofónico, este consultorio puede considerarse como paradigma de la producción de la realidad a través de un discurso que no tiene como punto de referencia último la realidad, porque es un discurso que crea sus propios referentes internos.

A través de sus contenidos, el consultorio de Elena Fraricis refleja una visión del mundo, y de la realidad española muy, rígida, como lo demuestra la abundante utilización de tópicos y lugares comunes y la forma que tiene de reproducir los papeles establecidos en atapas anteriores tanto femeninos como masculinos.

Un programa para mujeres

También del estudio de sus contenidos se deduce que el programa va dirigido a las mujeres. Sólo el 0,5% de las cartas del programa son de hombres. Todos los valores afectivos que se les atribuye a las mujeres les son negados a los hombres.La tipología más frecuente de mujer que presenta el programa es la de la joven sin casar (puella), la esposa (uxor) y la madre de familia (materfamilias). Según el estudio realizado por Gerard Imbert Elena Francis presenta el habla de la mujer, el habla femenina, como un habla manipulado, ya que pretende dar la palabra o el protagonismo a la mujer, a la que, en realidad, se utiliza como objeto de estudio y con el objeto de mantenerla en unos papeles alienantes.

En este contexto, tanto el planteamiento como la realización del programa no da pie a que entre en juego la responsabilidad de la oyente, ya que descarta la posibilidad de que esta oyente ejerza su creatividad en una acción en directo, libre y espontánea.

Como recapitulación final, Imbert dice que el consultorio de Elena Francis es un programa de referencia nacionalcatólica que recurre a una moral que se confunde con sectores de ideología derechista y que utiliza un discurso fósil a pesar de que ensaya una adaptación biológica a los cambios.

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