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Multitudinario entierro en Nowa Huta de un miembro de Solidaridad

Entre diez y quince mil personas de todas las edades y condiciones se congregaron ayer en el cementerio de la gran ciudad obrera polaca de Nowa Huta, en las afueras de Cracovia, para asistir al entierro del joven de veinte años Bogdan Wlosik, muerto hace una semana por un policía de paisano al que reconoció cuando participaba en una manifestación a favor de Solidaridad.Ninguna fuerza policial compareció en el cementerio, aunque en la ciudad había un gran contingente de la milicia formado por jeeps, cañones de agua y camiones antidisturbios.

El cuerpo de Bogdan Wlosik, militante de Solidaridad, transportado por la mañana directamente desde el Instituto Anatómico de Cracovia, fue recibido por miles de brazos en alto que hacían el signo de la victoria en un ambiente de extremada tensión. Algunos de los presentes habían llegado en delegación oficial, cargados de coronas de flores, a bordo de una decena de autobuses especiales. La gran mayoría procedía de la ciudad, distante tres kilómetros, y llevaba pequeños ramos de flores.

Numerosos jóvenes se habían encaramado a los árboles próximos a la capilla para poder ver mejor. Obreros en traje de faena asistían en silencio a las exequias.

Un murmullo recorrió la multitud cuando el cura, en nombre de la familia, apeló a la calma con estas palabras: "Os conjuro, en nombre de Cristo, a no hacer causa común con aquellos de entre nosotros que tienen malas intenciones". Entre los asistentes predominaban los rostros profundamente marcados, bronceados por las radiaciones del acero en fusión en el vecino complejo siderúrgico de Huta Lenina.

Una gran pancarta con la inscripción "Solidaridad vive" figuraba junto al féretro, que recibió tierra a las diez y media de la mañana. A partir de este momento, y durante una hora, la multitud desfilé ante la tumba del joven para depositar una montaña de flores y coronas, algunas de las cuales también llevaban la inscripción del sindicato recientemente disuelto.

Poco después, los dos cortejos, el fabril y el ciudadano, abandonaron el cementerio sin que se produjeran incidentes. Nowa Huta seguía virtualmente tomada por las unidades mecanizadas de la milicia.

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