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Juanito, Santillana y Juan-José derrotaron al Ujpest

El Madrid se impuso al Ujpest por una diferencia apreciable, pero encajó un tanto, que empobreció sensiblemente el resultado y que le podría plantear graves problemas, en caso de igualada en el número total de goles, dentro de quince días en Budapest. El cuadro de Di Stéfano no jugó bien y hasta dio la sensación de falta de fuerza física, pero puso, en cambio, el coraje de siempre y tuvo en Juanito y Santillana, junto a Juan-José, a las individualidades que le salvaron del trance. El equipo húngaro no es nada del otro jueves y, en cualquier caso, difícilmente parece capaz de solucionar la eliminatoria en el partido de vuelta.Si el Madrid hubiera jugado simplemente bien ayer, habría goleado estrepitosamente. Se pudo dar por satisfecho con lo que consiguió. Al equipo blanco le hizo demasiada mella, por ejemplo, el campo, pesado por el agua caída estos días, que no le permitió jugar al primer toque casi nunca; y el marcaje de Szabo a Stielike, a quien molestó lo suficiente como para enfadarle y no dejarle ser el motor de explosión habitual; y que Gallego, el teórico distribuidor de juego desde atrás, estilo Del Bosque, no parece acabar de superar sus problemas físicos. Si a ello unimos que el Ujpest, un equipo poco más que apañadito -también estilo húngaro moderno, es decir, con técnica individual en muchos de sus hombres, pero sin las calidades de sus mayores- fue, eso sí, pegajoso en los marcajes, estarán explicadas las dificultades locales.

En realidad hubo más, porque Isidro fue una nulidad completa anoche, dando sensación de cansancio, incluso, y Di Stéfano, incomprensiblemente, no sacó a Ito. El estado del campo no era disculpa, porque el césped por los extremos, según es costumbre en casi todo el fútbol de hoy, parecía una alfombra. Apenas se pisó cuatro o cinco veces y, curiosamente, para los goles.

La inspiración de Juanito y Santillana, con el apoyo de un Juan-José que causa estragos al irse al ataque, fue decisiva. Gallego, demasiado atrasado, no pudo ordenar nada, porque la movilidad del centro de campo blanco, incluido Angel, fue muy poca ante la vigilancia húngara. De todas formas, se demostró que con paredes bien hechas, en las que intervinieron más y mejor los tres primeros citados, la defensa del Ujpest es muy vulnerable.

Y muestra del discreto partido madridista fue que el gol encajado se produjo en la única ocasión de peligro provocada por el cuadro húngaro en ataque. El Ujpest, aunque pareció elástico y se abrió rápidamente al contraataque hasta con tres y cuatro hombres, careció de profundidad. La lesión de Torocsik le perjudicó aún más. En la segunda parte, aún más encerrado en su parcela, incluso pudo encajar más tantos en tiros lejanos de Santillana, Bonet y Salguero. Al menos, sí los hubo. Metgod sufrió un tirón en la primera, tras lograr otro precioso. El cántaro se le rompió al Ujpest en el discutible descuento, pero no fue injusto. El Madrid tuvo el premio al empuje, no a la calidad.

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