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La Bolsa de Nueva York se concedió un respiro tras las importantes subidas de la pasada semana

El índice de la Bolsa de Nueva York, tras superar la semana pasada los mil puntos, cayó en las últimas reuniones hasta situarse en una banda de fluctuación en torno a los 990. La subida, que vino a corroborar los espectaculares incrementos observados en la tanda precedente, se vio interrumpida por la aparición de las primeras realizaciones de beneficios, que forzaron a una buena parte de los compradores a replantear, sus estrategias a corto plazo.El afianzamiento del prime rate (tipo de Interés que cobran los principales bancos a sus mejores clientes) en el 12% ha constituido el argumento sobre el que ha pivotado la renaciente esperanza de los inversores norteamericanos en el futuro de los valores industriales.

Sin embargo, los primeros síntomas de preocupación entre los expertos económicos internacionales se han comenzado a detectar ya. La posibilidad de que el menor control de las disponibilidades líquidas que han manifestado estar dispuestas a aceptar las autoridades monetarias norteamericanas termine provocando un nuevo disparo inflacionista planea como un fantasma sobre los reponsables de las decisiones de los principales grupos financieros internacionales, que aún se resisten a aceptar por completo la reactivación económica que anuncia Washington.

Un hipotético crecimiento en la inflación nuevamente provocaría una política monetaria restrictiva, que a su vez generaría una nueva escalada de tipos de interés y volvería a dejar fuera de los paneles las inversiones en valores de renta variable. A pesar de que algunas de las mayores empresas norteamericanas, especialmente IBM, han conseguido incrementar de modo espectacular sus resultados en los tres primeros trimestres del presente ejercicio, los analistas internacionales siguen mostrándose cautos y apuntan la posibilidad de que la baja de los tipos de interés se detenga en torno a sus posiciones actuales.

Sin embargo, varias firmas de intermediarios internacionales han lanzado las campanas al vuelo con las últimas mejoras del mercado neoyorquino, y utilizan dos argumentos irrefutables, según ellos, para apoyar sus afirmaciones: evidentemente, el presidente Reagan no puede permitir que su mayor y casi solitario logro, el control de la inflación, se vaya a diluir ahora con una política crediticia expansiva, pero para ello cuenta con mecanismos más que suficientes, aparte de las restricciones monetarias; además, ante la proximidad de las elecciones al Senado, los republicanos tienen que intentar presentar una cara más amable ante los electores. Diez millones de parados, más de un 10% de la población activa, es un pesado lastre electoral, al que hay que sumar los recortes en asistencia social que se han producido. La conclusión para quienes mantienen esta tesis es muy sencilla: la Administración Reagan tiene que forzar una reactivación económica que quite en parte el mal sabor de boca que su gestión ha dejado a los pobres.

Por su parte, el dólar ha mantenido su competitividad con relación a la mayor parte de Ias divisas. A pesar del descenso en sus tipos de interés, las bajas paralelas que realizaban el resto de las eurodivisas ha hecho que la moneda norteamericana mantuviese sin excesivos problemas su atractivo para los inversores.

Sus pérdidas resultaron bastante discretas en general, y únicamente adquirieron una cierta significación con relación al yen japonés, frente al que perdía un 2%, y al franco suizo, al que cedía un 1,8%.

Paralelamente, el precio del oro continuó mostrando una clara tendencia positiva.

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