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Un muerto en atentado contra la Guardia Civil de Leiza

Gregorio Hernández Corchete, de 27 años de edad, resultó muerto a las 20.16 horas de ayer en Leiza (Navarra) como consecuencia de un atentado terrorista contra la casa-cuartel de la Guardia Civil de esta población. Otras cuatro personas, entre ellas dos cuñados del joven fallecido, así como un sargento y un cabo de la Guardia Civil, resultaron con heridas de carácter leve.

El atentado se produjo a la hora citada, cuando desde un automóvil que circulaba en dirección a Tolosa (Guipúzcoa) varios desconocidos ametrallaron con fusiles de asalto Cetme el cuartel de la Guardia Civil, en el que viven cinco familias. Posteriormente, desde un monte cercano, otro comando terrorista, sin que se haya podido precisar el número de sus integrantes, disparó con un lanzagranadas un proyectil que hizo impacto en las dependencias de la casa-cuartel y destruyó prácticamente toda la planta baja del edificio.Gregorio Hernández, que había acudido con tres cuñados suyos al puesto de la Guardia Civil con el fin de dar de alta la escopeta de caza que, según dijeron varios vecinos del joven fallecido, había adquirido en la misma mañana de ayer, fue alcanzado en el preciso momento en que los cuatro salían del cuartel. Dos de sus cuñados, así como dos miembros de la Guardia Civil, un sargento y un cabo cuyas identidades no fueron reveladas, resultaron con heridas que en un principio fueron calificadas de leves. Las lesiones fueron consecuencia de la explosión de la granada.

Los daños materiales producidos en el cuartel, a causa de la explosión de este proyectil, lanzado desde una distancia relativamente corta, fueron considerables, sobre todo en la planta baja del inmueble. Los mayores desperfectos se encontraban en la fachada del edificio donde, además, pidieron apreciarse diecinueve impactos de bala. La explosión derribó varias paredes y produjo la rotura de numerosos cristales en el interior del cuartel. El proyectil fue a parar a un aseo. Ninguna de las cinco familias que en ese momento se encontraban en la casa-cuartel sufrió daño alguno.

Tras el ametrallamiento, varios números de la Guardia Civil repelieron la agresión con sus armas reglamentarias, sin que, hasta el momento de cierre de esta edición, se hubiera podido saber si alguno de los miembros del comando atacante, que huyó en dirección a Tolosa en dos vehículos, había resultado herido. Los dos automóviles habían sido robados ayer por la tarde, al parecer, en la citada localidad. Nada más tenerse noticia del atentado, la Guardia civil instaló, principalmente en el norte de la provincia y cerca de los pasos fronterizos, fuertes controles en los que se revisaban todos los vehículos.

El cadaver de Gregorio Hernández, que se encontraba junto a la puerta del cuartel de la Guardia Civil rodeado de cristales y cascotes, permaneció en el lugar del atentado durante más de dos horas, mientras se esperaba la llegada del juez. Sobre la diez de la noche, el cura de Leiza le impartió la extremaunción.

Gregorio Hernández contaba veintisiete años de edad, había nacido en la población de Agallas (Salamanca), era calderero de profesión y, desde hacía cuatro años, trabajaba en un taller de una localidad cercana a Tolosa. Estaba casado con Inés Cabezas y ambos tenían tres hijos de corta edad el mayor de los cuales cuenta cuatro años. El joven, que había fijado su residencia en Leiza, era un gran aficionado a la caza.

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