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Tribuna:TEMAS PARA DEBATELas encuestas electorales
Tribuna
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La eficacia de los sondeos de opinión

Eficacia significa poder para producir efecto. Hasta aquí el diccionario. Pero yendo a lo nuestro, querríamos preguntarnos sobre el efecto que pueden generar los sondeos de opinión. Pero antes -hasta cuando va a ser preciso-, uno se ve en la necesidad de explicar, siquiera sucintamente, lo que es un sondeo de opinión.Este moderno instrumento de investigación social consiste en preguntar, casi simultáneamente, a un número de personas elegidas al azar dentro de una colectividad precisa y extender a ésta las respuestas dadas por aquél pequeño grupo. Tan sencilla cosa sólo es posible científicamente válida, si se conjugan tres factores, una adecuada aplicación de las técnicas de encuesta (que se enseñan en todas las universidades del mundo y se encuentran descritas en centenares de libros de texto), la objetividad y honestidad del técnico o científico que las utiliza, finalmente, y de modo particular, si el sondeo se publica en los medios de comunicación social, resulta capital la forma en que los resultados son presentados. De aquí se puede ya deducir que hay sondeos bien hechos y los hay, también, que ignoran las anteriores reglas científicas. Pero ambos circulan y se muestran a la Prensa como iguales y -claro está- quienes no pueden discernir confieren idéntica validez. ¿Se sorprenderá el lector si digo que en el último mes han aparecido en la Prensa española más de cien artículos hablando de diferentes encuestas y de los efectos que pueden producir?

No es extraño que esta situación (muy generalizada en todos los países europeos) haya exigido la intervención severa de la Asociación Europea de Estudios de Opinión y Marketing (ESOMAR), organismo con sede en Amsterdan, que engloba a casi 2.000 profesionales del más alto nivel científico, la cual ha incorporado reglas adicionales al ya existente código internacional de prácticas legales en materia de. publicación de sondeos de opinión, a cuyo estricto cumplimiento están obligados todos los. miembros de la asociación. El, que ésto escribe lo es, y lo cumple.

El código establece, con toda claridad, las menciones mínimas que deben acompañar la publicación de resultados de un sondeo de opinión:

a) El nombre de la persona o equipo técnico que ha efectuado el sondeo.

b) El nombre de la persona o entidad que lo ha encargado y financiado.

c) El universo a que se refiere el sondeo.

d) El número de entrevistas efectivamente realizadas y su distribución geográfica.

e) Fechas de realización del trabajo de campo.

fl Método de muestreo. utilizado.

g) Técnica utilizada para la recolección de la información.

h) Redacción exacta de las preguntas.

El lector dirá que estas reglas no van con él, que él sólo advierte y lee a diario resultados de encuestas contradictorios, que incluso atribuyen la victoria electoral a un partido u otro, que obtendrá 170 escaños (según una encuesta muy fiable), o que el partido ABC será el ganador también con 170 diputados (a juzgar de otra encuesta de igual fiabilidad). Bien, todo ésto forma parte de una guerra preelectoral, donde cualquier cosa vale como arma arrojadiza (incluso un sondeo de opinión hecho no sé cuándo, ni cómo, ni dónde, ni por quién). Con ello, quiero indicar, en primer lugar, y avisarle querido lector, que ponga en duda todos, absolutamente todos los resultados de encuestas acerca de las cuales usted no pueda ver cumplidos, puntillosamente, los requisitos del código mencionado. Cuanto se publique sin esa etiqueta, recházelo. Atribúyalo (y posiblemente no se equivocará) a intenciones deformadoras, a simples brabuconerías o argucias preelectorales. En suma, no se crea ningún resultado si no viene avalado por esas garantías profesionales. Mas, le diré, existen en España -como en otros países europeos- pequeñas empresas o grupos de trabajo que hacen circular resultados de sondeos preelectorales, sin respeto alguno al código de prácticas legales, y que además no aceptan comprometerse profesionalmente respecto a su cumplimiento, ni se muestran interesados en integrarse dentro del colectivo profesional que lo defiende. ¿No le parece que ésto ya nos autoriza a dudar de ellos y de sus sondeos? Entiendo que hacer esta distinción entre sondeos de una u otra procedencia, es ya un importante paso para que su eficacia sea exactamente la que le corresponde y ninguna más. Y con ésto, vuelvo a donde empecé.

Utilidad de los sondeos

¿Para qué sirven los sondeos? ¿En qué medida y condiciones son eficaces? Sirven para la recta orientación de los políticos, sirven (más a menudo de lo que se imagina) para apoyar la toma de decisiones de las instituciones gubernativas y hacer que éstas sean más acordes con los deseos y necesidades de los ciudadanos. Y sirven los sondeos políticos, para dar al votante un servicio incuestionable en las democracias modernas: información sobre las repercusiones que puedan tener para él su conducta electoral concreta, es decir, de su voto. Pero alguien quiere poner trabas a ese derecho, alguien quiere impedirle que usted, antes de votar, sepa lo que se juega. Alquien, finalmente, querido lector, pretende que usted introduzca su papeleta sin saber lo que está pasando a su alrededor. Y si usted, ha de decidir su voto en base a las informaciones que le pueden llegar de una u otra procedencia, de uno u otro partido, ¿no cree que sería lo más sensato que usted dispusiera de unos sondeos -realizados con independencia e impecable técnica-para decidir el tipo de papeleta a meter en la urna?

Esta es y será siempre la verdadera eficacia de los sondeos. Lo demás es polémica inútil. Nadie, hasta ahora, ha podido demostrar, científicamente, que '

la simple publicación de un sondeo político haya logrado inclinar (colectivamente hablado) los votos sólo hacia una de las partes de la contienda electoral. Pero, supongamos que así fuera, supongamos que un sondeo hubiera demostrado tener, en algún momento, tanto poder (cosa que yo dudo), ¿no piensa usted que ello significaría que mucha gente, gracias al sondeo, ha podido saber lo que ya sabían unos poquitos, permitiéndole obrar a su legítima conveniencia personal?

¿Sería correcto impedir las noticias que, de algún modo, puedan influir en las cotizaciones de la Bolsa o de un determinado título bursatil?

¿Es acaso posible y razonable ocultar estos hechos?

En fin, la polémica tiene el tono oscurantista de los viejos temores a ensanchar el saber y la información.

Los sondeos, cuando reúnen todos los requisitos científicos de fiabilidad y objetividad, representan un avance de las sociedades modernas.

Y aquí reside su indeclinable eficacia.

Ginés Garrido es director de Estudios de Mercado y Opinión de Sofemasa, y vicepresidente de la Asociación Española de Estudios de Opinión y Marketing (AEDEMO).

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