El Gobierno de Margaret Thatcher apoya la implantacion de la televisión por cable en el Reino Unido
La perspectiva de la televisión por cable está produciendo un alto grado de excitación en el Reino Unido, alentada principalmente por el Gobierno. El tendido de esta nueva red de cables, que terminaría por cubrir todo el país, ha sido comparado en sus efectos con el de la red ferroviaria en el siglo XIX. El día 30 de septiembre, la Comisión Hunt debe presentar su informe sobre la TV por cable al ministro del Interior, Willliam Whitelaw. El Gobierno Thatcher está decidido a lanzarse en este proyecto de gran envergadura antes de fin de año,que habrá de financiar el sector privado.
La primera ministra, Margaret Thatcher, quiere, se entiende, que el proyecto quede concretizado pronto en 1983, de modo que en cinco o seis años la televisión por cable llegue a los hogares urbanos del país. Las zonas rurales habrán de aguardar algún tiempo más. Hay unos veinte millones de hogares en el Reino Unido, y se calcula que para que el cable llegue a la mitad de ellos en este relativamente corto período de tiempo es necesaria una inversión inicial de unos tres millones de libras (600.000 millones de pesetas).Interés hay, después del positivo informe, en marzo, del Panel Asesor del Gobierno sobre Tecnología de la Información (ITAP). El resultado del informe Hunt, que el Gobierno encargó de inmediato con propuestas más precisas, es esperado con ansiedad. En cierto modo prevalece un sentido de lo inevitable, de que el cable es el futuro. El Gobierno no quiere tampoco perder la oportunidad de lanzar al país a una tecnología de punta que podría traer beneficios al ser exportada a Europa.
Cuarenta canales
La inercia del cable será difícil de parar una vez lanzada. Sin esperar a las recomendaciones del Gobierno, el cual una vez el informe Hunt en sus manos tomará una decisión antes de fin de año, una empresa se ha lanzado ya a la lidia de este cable. Se trata de Racal, empresa británica de electrónica, que participará con 12.000 millones de pesetas en un proyecto en colaboración con OAK Industries de California. En la conferencia de Prensa donde se comunicó esta intención fue significativa la presencia de Kenneth Baker, ministro británico de Tecnología de la Información, en el Ministerio de Industria. Entre otras empresas que han mostrado un alto grado de interés figuran Plessey, Granada, Redifusion, Thorn, Emi y, la editorial Pearson Longman. Un millón y medio de hogares británicos disponen ya de televisión por cable desde hace dos décadas, establecida sobre una base experimental que ha quedado obsoleta. El cable servía para poco más que para llevar los programas de la BBC y de la cadena comercial ITV. Con los cables coaxiales y las líneas de fibra óptica, el Reino Unido podría recuperar el retraso sobre Estados Unidos.Los cables coaxiales permiten una capacidad para una cuarentena de canales, fácilmente ampliable a dos centenares. La capacidad de la fibra óptica es casi ilimitada. Pero la característica fundamental de esta nueva tecnología es que es interactiva, es decir, que el usuario puede a su vez enviar mensajes por estas líneas. Para Peter Jay, por cable se puede crear una difusión de poder más eficaz que cualquier otro método. Las posibilidades son enormes para el comercio, la comunicación humana y la información en general.
Pero la conexión de una televisión en un hogar con otra televisión en otro hogar o institución sería sólo la segunda fase del plan. La primera fase estaría dedicada a crear la red y una serie de canales unilaterales en los que el mensaje iría en un solo sentido. Como se ha señalado, el proyecto comenzará por las zonas urbanas, lo cual puede acentuar la división entre el campo y la ciudad.
Alto grado de selección
Como ha indicado Peter Jay, la publicación electrónica ha de seguir los pasos de la publicación impresa por su alto grado de selección por la audiencia. Además de los canales habituales de películas o espectáculos y de un canal al menos de noticias -veinticuatro horas al día-, que está estudiando el ex director de The Times, Harold Evans, la televisión por cable puede tener un alto grado de incidencia en los asuntos de las comunidades locales, temas de los que no se ocupan las redes nacionales. Al menos, esto es lo que han demostrado las breves experiencias en este terreno en el Reino Unido durante las dos décadas pasadas con el reducido tendido de cables.Es el abanico de posibilidades de elección para el usuario que traerá el cable el que lleva a la comparación con editoriales, bibliotecas o librerías. Está también el aspecto positivo de la producción. La multiplicación de canales y programas hará, se espera, florecer toda una nueva generación de creadores, no menos en el campo filmográfico, algo debilitado en el Reino Unido.
Una recomendación del informe podría ser la separación entre los que operan técnicamente la red de cable y las empresas de programación y difusión. El Gobierno parece decidido a no permitir monopolios estatales y British Telecom -compañía nacional telefónica- tendrá que competir en este campo con el sector privado.
Control de programas
Un factor fundamental en el cable británico será el grado de libertad de programación de que dispondrán los diversos canales. En diversos sectores se ha exigido que cualquier sistema se vea obligado a incorporar los dos canales de la BBC y los dos de ITV (el segundo comenzará a emitirse en noviembre), lo que puede plantear problemas en las zonas rurales que sólo se vean servidas por un número limitado de canales. Tanto la BBC como la ITY piensan que son esenciales limitaciones y regulaciones para mantener un cierto nivel en los programas. El criterio que ha imperado en la radio y la televisión británicas en los últimos cincuenta años ha demostrado ser fructífero, si se compara con la televisión del resto del mundo. La programación de lo que los productores consideran mejor y de lo que la audiencia prefiere, como ha explicado Melvyn Bragg, presidente del Festival Internacional de Televisión, en Edimburgo, que se celebró a principios de septiembre. Ambos factores preocupan a las dos organizaciones, además de la lucha contra las exclusivas de acontecimientos vendidas a canales por cable, por los que hay que pagar. El mundo del deporte puede ser el mejor ejemplo.El Gobierno querrá también conservar cierto grado de control para evitar la difusión de cierto tipo de programas, como los pornográficos. Con todo, y salvo limitaciones básicas, se estima que si la TV por cable ha de funcionar, debe operar con el máximo grado de libertad, siguiendo el ejemplo de la Prensa.
La BBC ha optado por no ampliar su esfera de competencia al mundo del cable. Por el contrario, se ha lanzado en la televisión por satélite -que los usuarios habrán de pagar- con dos nuevos canales, que comenzarán a emitir a partir de 1986. Uno de ellos, de películas, y otro, internacional. En esto, la BBC sirve para apoyar a la industria aeroespacial.
No son sólo intereses informáticos los que animan al Gobierno a fomentar el cable; son también motivos industriales en una época de recesión. La TV por cable puede suponer la creación de muy numerosos puestos de trabajo, sobre todo si consigue exportar la tecnología. En dos años, la industria del vídeo en el Reino Unido ha creado 20.000 puestos de trabajo, que se espera aumenten a 250.000 para la próxima década.
El Gobierno insiste: la financiación del programa tendrá que ser privada en su mayor medida. El problema, si se ha de juzgar por la experiencia en Estados Unidos, es que esta industria es poco rentable durante sus primeros años, aunque luego se recupere. Los propios usuarios podrían, a medida que se amplía la red, ayudar a financiar su desarrollo. La televisión por cable no es una gallina con huevos de oro garantizados. Ahí está el ejemplo de las grandes pérdidas de CBS-Cable en EE UU.
El Gobierno ha iniciado y alentado lo que puede convertirse en el mayor proyecto industrial en el Reino Unido de las últimas décadas. Sus consecuencias son difíciles de apreciar. Existe un acuerdo generalizado en que esta revolución no puede ya detenerse. Para los británicos, la TV como hasta ahora la conocían, será pronto cosa del pasado. En noviembre inauguraron su cuarto canal. Dentro de seis años, quizá, su cuadragésimo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.