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Tribuna:TEMAS PARA DEBATE: LA SEGURIDAD AÉREA
Tribuna
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La experiencia de un superviviente

Yo fui uno de los supervivientes del accidente de aviación que se produjo el día 13 en el aeropuerto de Málaga y lo que se puede decir tras una experiencia como aquélla está en función, creo yo, del temperamento que se tenga. Yo soy una persona de talante frío y tendente al análisis. Esta puede ser una razón por la que no participé del pánico que se extendió entre la mayor parte de los pasajeros, Sin embargo, el que haya podido salvarme de aquel siniestro se debe menos a mi serenidad en aquellos momentos que al azar de encontrarme en la parte delantera del aparato, puesto que en esa zona fue más rápida y sencilla la evacuación. Con todo, quiero subrayar la importancia de conservar la mayor serenidad en esos instantes. Yo vi cómo un señor lograba abandonar los últimos lugares del avión donde se había declarado el fuego escogiendo para avanzar no el camino del pasillo, atestado de gentes cargadas de paquetes, sino el camino aparentemente más penoso que consistía en saltar por encima de los asientos. Seguramente es muy dificil que algunas personas de la tripulación puedan ordenar el comportamiento del pasaje en esos momentos de confusión, pero sin duda una labor en este sentido habría contribuido a que muchas personas no resultaran heridas y algunas otras no perdieran la vida por querer salvar sus paquetes con estatuillas de Lladró y souvenirs de todo género.Yo, que viajaba solo y estaba pendiente del despegue, pude observar cómo el avión retrasaba sospechosamente su elevación. Cuando salimos de Madrid el despegue había sido casi inmediato, mientras en Málaga me pareció que tardaba demasiado en acelerar. En principio lo atribuí a que íbamos muy cargados, pero a continuación noté que el piloto trataba de frenar. Frenazo que, a su vez, no conseguía detener la marcha y vi que íbamos a cruzar la carretera. Chocó entonces el avión contra una valla y comenzaron unas sacudidas terribles. Tres llegué a contar yo, al final de cada una de las cuáles me decía "hemos sobrevivido". Algunas gentes se inquietaron mucho y empezaron a gritar. Finalmente el avión se paró y de inmediato se abrieron las puertas de emergencia. "Yo tuve tiempo de desabrocharme el cinturón y, con relativa calma, esperar que disminuyera la aglomeración en mi departamento y acercarme a la salida. Cuando me encontraba a unos pasos de la puerta llegó una vaharada de humo con un intenso olor a plástico quemado. Instintivamente dejé de respirar y contuve la respiración hasta saltar al exterior. Una experiencia de varios años antes me había enseñado que lo más peligroso de los incendios no son tanto las llamas como la intoxicación por los humos.

Inmediatamente después de conocerse el accidente muchos amigos me han llamado emocionados por lo sucedido. Para mí ha sido una vivencia que me ha enseñado, quizá una vez más, esa verdad de que los peligros, los accidentes, los riesgos no solamente acechan a los otros. Desde esta nueva constatación, me gustaría recomendar a la gente que no fuera tan indiferente a las recomendaciones que se le hacen para su seguridad. Probablemente sólo un porcentaje muy pequeño de personas atiende a las instrucciones para casos de emergencia y no ha pensado nunca en la eventualidad de tener que hacer frente a situaciones como las que vivimos las cuatrocientas personas del DC-10.

Por mi parte yo añadiría a los consejos que se dan momentos antes del despegue, algunas indicaciones, digamos de carácter psicológico, que permitieran un comportamiento menos irracional e incluso menos suicida del que presencié en el avión de Spantax. Pero tampoco estoy seguro de que aun con estas observaciones de seguridad más personalizadas, los pasajeros hiciéramos caso.

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Werner R. Voigt 45 años, es abogado. Superviviente del accidente aéreo de Spantax.

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