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El Madrid sólo pudo empatar con el Baía Mare

Mare El Real Madrid arrancó un buen resultado en su debú europeo, teniendo en cuenta los cánones tradicionales de que la igualada fuera de casa es un éxito que prácticamente asegura un desenlace feliz en la eliminatoria. Sin embargo, dadas las carcaterísticas del rival madridista ayer, el Baía Mare, equipo de la segunda división rumana, el empate a cero sabe a poco.

Di Stéfano se tomó muy en serio esta eliminatoria, pese a la evidente fragilidad del equipo rumano. Aparte de los informes de Molowny, el jugador argentino Daniel Passarella también hizo de espia improvisado para el técnico madridista. Y debió exagerar la cosa, por la sorprendente derrota de la Fiorentina, equipo italiano en el que ahora juega el capitán de la selección argentina, que perdió en su propio campo ante el Baía por tres goles a uno en partido amistoso.

El Madrid salió así sin confianzas excesivas, con ciertas precauciones. Y quizá por ello pasó unos primeros minutos agobiado en su parcela por la fuerte presión inicial de los rumanos. El Baía logró en esta fase sus mejores momentos, cree alguna ocasión de peligro ante Agustín, pero poco a poco fue perdiendo claridad de ideas ofensivas, aunque mantuvo casi siempre un buen nivel físico.

El Madrid se situó en el campo con un aparente 4-4-2. Resultó una sorpresa la entrada en la formación inicial de Isidro, pero Di Stéfano pretendió con ello oxigenar a Angel, Gallego y Stielike y trazar una especie de puente entre el medio campo y los solitarios Juanito y Santillana, si bien el primero volvió a mostrar una cierta tendencia a irse hacia la media punta. El césped, duro, y las pequeñas dimensiones del terreno de juego, propiciaron también esos achuchones iniciales del cuadro rumano. A medida que transcurrían los minutos, la monotonía y la vulgaridad del juego se puso de manifiesto, aunque ya el Madrid se sintió más seguro y amagó algunos contragolpes lanzados por Gallego. Los blancos taparon huecos, cerraron la entrada al lateral Koller, que había sido un verdadero extremo, y serenaron el juego.

Se suponía que en el segundo tiempo el Baia Mare saldría con el mismo ímpetu inicial, pero fue el Madrid quien quiso dejar las cosas claras y delimitar la diferencia real que debe existir entre un equipo que marcha en sexto lugar en la segunda división de la Liga de su país, y otro con casi 1.600 millones de presupuesto. Paradágicamente, en dos minutos, los que van del 46 al 48 de juego, perdió el equipo madridista, y más concretamente Juanito, la ocasión de hacerse con el encuentro y sentenciar de forma nítida la eliminatoria. Por dos veces, sin embargo, falló el extremo sus claras oportunidades al rematar mal. El balón se perdió en las gradas.

Las dos acciones, al menos, sirvieron para frenar en parte a los rumanos, aunque al mismo tiempo se produjo una cierta desmoralización en los blancos. No tendría el Madri.d otras ocasiones tan claras para marcar, salvo un fallo de Santillana al que el balón pasó entre las piernas. A trancas y barrancas, con mucho esfuerzo, los rumanos llegaron más veces al área madridista. El momento más peligroso se produjo a los 77 minutos de juego, cuando otra vez Koller, el mejor rumano, junto a Sabau, estrellaba un balón en el travesafío de la portería madridista, al sacar una falta.

En definitiva, partido poco brillante, aunque sí ardorosamente disputado. La impresión es que el cuadro rumano llegó ya al tope de sus facultades en su propio campo, y normalmente no deber representar ningún obstáculo insalvable en el Bernabéu. Gallego, Bonet e Isidro fueron los hombres que más destacaron en el equipo de Di Stéfano.

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