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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Historia moral de la generación de Flaubert

El que una realización basada en una obra considerada por muchos críticos como la más grande novela de la historia de la literatura sea programada por Televisión Española para ser emitida diez años después de su producción, en pleno agosto, por la segunda cadena y a una hora poco propicia, y el que, a mayor abundamiento, en Prado del Rey no sean capaces de proporcionar otra información sobre esta versión de La educación sentimental que una cándida sinopsis que desvirtúa totalmente el contenido de la obra, hizo sospechar a más de uno que podría tratarse de una producción interesante.Después de ver, el pasado martes, el primero de los cuatro episodios de que se compone la serie, tales sospechas se han visto confirmadas: se trata de una más que digna producción, respetuosa con el torio melancólicamente ceniciento de la narración flaubertiana y capaz de transmitir al espectador, salvando las distancias, parte de la emoción que en el lector suscitan los inolvidables personajes de la novela.

En La educación sentimental, iniciada por Flaubert en 1864, siete años después del famoso proceso "por inmoralidad e irreligión" que siguió a la publicación de Madame Bovary, se propuso su autor hacer "la historia moral de mi generación". Esa generación tenía poco más de veinte años cuando, en 1848, las calles de París se convirtieron en escenario de la prirnera revolución moderna de la historia. Aquellos episodios, a los que el burgués Flaubert había asistido más en calidad de espectador distante que de participante activo, serán rescatados de su memoria veinte años después para servir de telón de fondo de la aventura sentimental del protagonista de la novela, Federico Moreau. La secreta pasión amorosa de éste por la esposa de un mediocre comerciante de arte va construyéndose a sí misma sobre ese escenario revolucionario que desembocará eri el desencanto individual y generacional que simboliza el golpe de Estado de Luis Napoleón Bonaparte.

La reconstrucción de aquellas vivencias de juventud es planteada por Flaubert desde su condición de artista, recreando, más que los hechos, el recuerdo anticipado que de los mismos presintió antes de que se produjeran. Esa especie de nostalgia anticipada, tan característica de su estilo, define, antes que cualquier otro rasgo, el tono de la narración.

La obra está construida a base de una serie de peripecias destinadas a alejar el encuentro de los dos amantes. De esta manera el lector se ve abrumado por una trama compleja derramada a contracorriente de su avance por las páginas del libro, siguiendo el rastro de la señora Arnoux.

Reducir a formato televisivo normal una obra que en su primera edición constaba de 758 páginas, es misión poco menos que imposible. Pero por ello mismo es más digna de mención la labor de François Bastide , periodista y novelista vasco-francés que firma la adaptación que sirvió de base a la versión que, en 1972 y en coproducción de las televisiones francesa, italiana, suiza y belga, realizó Marcel Cravanne. La condensación de peripecias altemas en un solo cuadro es resuelta por Bastide con coherencia, sin traicionar, por lo visto en el primer episodio, la línea fundamental del relato.

Esta necesaria condensación no ha impedido a Cravanne dar a su realización el tono moroso que exigían las escenas más significativas. El gesto demorado de un personaje, el primer pláno sostenido de otro, resultan a menudo mucho más expresivos del rumbo de la narración que una docena de acciones menudas o de farragosos parlamentos.

Tanto la ambientación como el ritmo melancólico-reflexivo (muy a lo Truffaut) de la realización cuadran con lo que se espera de una obra tan rica en matices como La educación sentimental.

Y a propósito de Truffaut, no es el menor mérito de Cravanne haber elegido para incorporar a Federico Moreau a un actor, Jean Pierre Leaud, al que el autor de Los cuatrocientos golpes nos ha acostumbrado a identificar con la figura del etemo adolescente que está siempre a punto de tocar el cielo con la punta de los dedos, pero que sabe que el cielo no existe. Aunque la señora Arnoux (perfectamente identificable en la interpretación de Françoise Fabian) haga a veces sospechar, en clave de espejismo, lo contrario. Y es que la nostalgia del desierto sólo se expfica por la esperanza del oasis. El segundo episodio de La educación sentimental se emite hoy, a las 21.00, por la segunda cadena.

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