¿Qué se ha hecho con los ingresos de la reforma fiscal?
Quizá la respuesta más directa y contundente sea afirmar que se los han comido los gastos corrientes: gastos de consurno y transferencias, y los fondos obtenidos no han sido suficientes. Los gastos público pasado desde el 23,09% del PIB en 1973 hasta el 34,29% del 1981, con un aumento de 11,20 puntos, 4,72 puntos más que los ingresos públicos. El consumo público se llevó 2,11 puntos; las pensiones, 3,56 puntos, el desempleo, 2,30 puntos, y otras subvenciones y transferencias, 1,44 puntos. Mientras tanto, las inversiones públicas sólo aumentaban en 0,25 puntos, y las transferencias de capital, en 1,01 (destinadas en gran parte a cubrir pérdidas de empresas públicas y privadas). El hecho de que los gastos públicos hayan superado a los ingresos públicos en 4,72 puntos del PIB revela la magnitud, e importancia del déficit público, la gran epidemia de nuestra Hacienda. Disciplinar y reformar el gasto público constituye una política que debe acompañar y complementar a la reforma tributaria.
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