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Torito Gómez vende cupones en Santander

Tras pasarse nueve meses en la cama de un hospital de Palma de Mallorca y otro de Barcelona, y sufrir cinco intervenciones quirúrgicas, el boxeador argentino-español Torito Gómez vende cupones en la más céntrica plaza de Santander. El púgil criollo llegó a Cantabria hace cuatro años, con un brillante palmarés de bravura y con fama de haberse enfrentado, con resultados muy dignos, a los más duros pegadores del continente americano.Torito Gómez compareció en Santander buscando conquistar, a corto plazo, el título europeo. Gustó inicialmente por su constante batallar y valentía. Fajador nato, auténtico kamikaze del boxeo, no contaba con una depurada técnica y parecía bastante trabado de piernas. Pese a sus limitaciones, jamás volvía la cara y su pegada era temible. En un combate con Luis de la Sagra, derribó dos veces al madrileño y aún perdió a los puntos. El enfrentamiento más sangriento lo mantuvo con Roberto Castañón, en la plaza de toros de Santander, pelea de una fiereza nunca vista en esta región, de ritmo estremecedor y en la que los dos boxeadores sangraron desde los primeros asaltos. Al final, Castañón conservó el título europeo de los plumas, tras su victoria a los puntos.

A raíz del combate con Castañón, Torito Gómez inició su cuesta abajo, quizá porque la paliza recibida le dejó secuelas. Se trasladó a Palma de Mallorca y allí, en una pelea con José Luis Vicho, recibió un codazo al esquivar el directo que le lanzó su rival. El golpe le alcanzó los ojos. Días después de aquel 27 de octubre del año pasado, el argentino entraba en un quirófano mallorquín. Luego hubo cuatro operaciones más sin que se recuperara del desprendimiento de retina. Pese a todo, mantiene la esperanza de recuperar algo de vista. "Ahora sólo veo un puntito blanco con el ojo derecho y con el izquierdo únicamente advierto un bulto a medio metro. En septiembre volveré a operarme y como mejorar. He aceptado mi destino con resignación y la gente se ha portado muy bien conmigo. Todos los días vendo muy pronto los cupones que me asigna la ONCE y hasta puedo ponerme a vender los de otro matrimonio. Creo, además, que me preparan un homenaje. Estoy muy agradecido". Hace más de cuatro años que no ve a su madre y sus seis hermanos, que siguen en Argentina. Está satisfecho por tener un trabajo, aunque sea como vendedor de cupones.

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