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Pérez-Llorca y su colega portugués abordaron el tema de la Alianza Atlántica

El ministro portugués de Asuntos Exteriores, Vasco Futscher Pereira, calificó de "muy positiva" la entrevista que mantuvo en Madrid con José Pedro Pérez Llorca, que acudió a la capital de España especialmente invitado por su colega español para asistir al partido final de la Copa Mundial de fútbol. Ambos ministros aprovecharon la breve visita para dialogar sobre los problemas que preocupan a Portugal a raíz del ingreso de España en la OTAN, y para intentar algún principio de acuerdo en las negociaciones pesqueras entre ambos países.La invitación ha proporcionado a los dos ministros una oportunidad de tratar, de manera informal, pero "muy constructiva" los numerosos problemas que afectan a las relaciones entre los dos vecinos ibéricos. Dificultades que Futscher Pereira considera "inevitables" entre países que tienen una larga frontera común, pero que pueden ser fácilmente superadas cuando existe, como es el caso, "buena voluntad política y capacidad de diálogo".

El aspecto que más preocupa a Lisboa es, sin duda, la integración de España en los dispositivos militares de la OTAN. Oficialmente, las posiciones recíprocas son conocidas y aceptadas: España no acepta que zonas españolas queden bajo mando portugués y viceversa. Con todo, el nombramiento de Javier Rupérez como embajador permanente ante la Organización del Tratado del Atlántico Norte, ha traído a Lisboa malos recuerdos: fue Rupérez quien declaró, en conferencia de Prensa, el año pasado, que España reivindicaría la creación de un mando militar integrado para la Península Ibérica, declaración que provocó una enérgica reacción de las autoridades portuguesas.

En el dominio de la pesca, y aunque se mantienen las divergencias que llevaron al ministro portugués de Agricultura y Pesca a amenazar con la renuncia unilateral al tratado de 1969, estan registrándose, al parecer, algunos progresos. Según Fustscher Pereira, España parece dispuesta a aceptar el principio de negociaciones anuales para fijar el número de licencias y el volumen de capturas a, autorizar por cada uno de los dos países en sus aguas territoriales, pero mantiene su defensa de los "derechos históricos" adquiridos en aguas portuguesas, que es precisamente lo que Portugal cuestiona.

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