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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La OTAN, España y Portugal

Los días 10 y 12 de mayo tuvo lugar en Lisboa un interesante coloquio sobre "España, Portugal y las relaciones transatlánticas". Lo convocaron el Instituto de Estudios Estratégicos portugués y el Instituto para el Análisis de la Política Exterior, de Massachusetts y Washington. Con otros compañeros de preocupaciones españoles -algunos -de ellos, me temo, poco coincidentes con mis opiniones-, asistí y participé en sus debates.

Imperó en los planteamientos la tendencia a la globalización de los supuestos en base, si no exclusiva, sí que predominantemente, a cómo afectarían las situaciones a la posición de Estados Unidos. Tendencia tradicional en una superpotencia, hoy incrementada por las lecturas de la Administración de Reagan.Americanos y lusos -salvo las intervenciones del diputado socialista Jaime Gama- aceptaban las siguientes identificaciones globalizadoras:

1ª. La función de la Península dentro de la Alianza, y en concreto de España, es la del control de las zonas marítimas de acceso; pero también de plataformas para lanzar un contraataque sobre Europa central. No obstante, los americanos no excluyen una función nuclear de la Península (Sonnenfeldt, brazo derecho de Kissinger en un cierto momento, llegó a decir, más bien airado, que si el Gobierno español atendía a la resolución de las Cortes sobre la no nuclearización, España sería "un incordio-cumbersome-para la, alianza").

2ª. Canarias tendría las funciones de punto de apoyo-air-lift- de las fuerzas de despliegue rápido (RDF) en tránsito a Oriente Próximo el golfo Arábigo o incluso el Norte de Afríca; de base para el apoyo a acciones en el Sahara, que aparece como globalizado en una supuesta confrontación Este-Oeste; de plataforma para una ampliación de esfuerzos hacia el Altántico sur.

3ª. España y Marruecos son una sola unidad estratégica. No cabe diferenciarlos. menos aún que España pueda tener escenarios que no coincidan con los marroquíes; sin duda, es inaceptable que España pueda verse en situación de resistir a Marruecos, eslabón má débil,y, por tanto, muy atendible.

4ª. Los escenarios de España son esencialmente los de la Alianza.

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Las concreciones portuguesas

Hasta aquí, americanos y portugueses de acuerdo. Pero nuestros vecinos se niegan a otra globalización: que la Península constituya una sola unidad estratégica, con idénticas funciones de todas sus partes y con las consecuencias que se derivarían respecto a mandos y submandos.

La posición lusa no representaba una novedad. Mario Firminio de Miguel la había elaborado hace ya casi tres años ("Portugal, a Espanha e a Nato"; Revista Militar, Lisboa, 1979); un año más tarde, Alberto Santos ("La Penínsule Luso-Ibérique: enjeu estratégique"; Cahiers de la F. de la Defense Nationales, nº 18). El debate en la Asamblea Nacional sobre la ratificación del protocolo de invitación a España para entrar en la OTAN y las declaraciones del presidente Eanes y de su ministro de Defensa se asientan en los mismos argumentos.

Aparte de este rechazo de la globalización peninsular, los portugueses mostraron en el coloquio de Lisboa muchas reservas respecto a la nuclearización del Portugal continental y aprensión en lo que se refiere al establecimiento y almacenamiento de ingenios nucleares en España. Afirmaron algo que hoy es oficial: que negarán la utilización de la base de Lajes, en las Azores, para operaciones de fuerzas de despliegue rápido hacia Oriente Próximo.

Portugal se esfuerza hoy en establecer relaciones más equilibradas con los árabes (un orador portugués recordó que en 1973, cuando la guerra del Yom Kipur, los aviones que salieron de Lajes con destino a Israel habían llegado a las islas desde Alemania, donde estaban estacionados: la RFA. se opuso al vuelo directo que la hubiese implicado).

La posición portuguesa contraría a los air-lifts hacía Oriente Próximo, despertaba nuevo interés en los americanos en utilizar a Canarias para dicha función.

La cuestión de los mandos

El difícil ajuste de Portugal y España en la organización de la Alianza se manifiesta en la cuestión de los mandos. Como se sabe, el mando-ibérico-Iberlant depende de Saclant, Norfolk, (Virginia),-y se extiende por las costas portuguesas hasta el Trópico de Cáncer. Las Azores; no obstante, no dependen de Iberlant, sino de Westlant, también bajo Saclant. Un único mando ibérico comprendiendo a España y Portugal -con el mayor peso de España- o la dependencia de parte del espacio estratégico portugués de un mando que comprendiese a Canarias -en concreto la inclusión en dicho mando de Madeira- es inadmisible para nuestros vecinos.

Decía un participante luso que .el peligro residía en que en torno a la cuestión de los mandos se, conjugasen todas las suspicacias y- temores tradicionales en la relación de los pueblos peninsulares". -

¿Soluciones? Que España dependiese del mando central europeo, Saceur. Que las Canarias dependiesen de Saclant, y en su zona, de Iberlant.

¿Se trata, únicamente, de cuestiones técnicas? No tanto, porque el área OTAN. integrada en Iberlant -que se extiende desde la frontera del Miño al paralelo 230 º3 N y que pasa en los meridianos al oeste de Madeira-, es más reducida que la llamada zona de interés común (ZIC) establecida en el tra'tado bilateral hispano-norteamericano de 1976. La ZIC está definida por el paralelo 48º N (Bretaña), baja al 23º N y se limita en el Oestepor el meridiano 23º W. Es decir, que o bien la misión española en la OTAN es más reducida que en el tratado bilateral actual, o englobaría a zonas de funciones lusas.

¿Cómo resolver el escollo? Algún español adelantó la idea de que el nuevo acuerdo- ya no tratado- hispano-norteamericano no definiera ninguna zona de interés común. Ahora bien, hasta hace muy poco, como Ceuta y Melilla no se e ncuentran incluidas en la garantía de la OTAN (el Gobierno se negó a aceptar las enmiendas presentadas por la oposición para que se definiera el artículo 6º , como, hizo Turquía en 1951, incluyéndolas) se pretendía cubrir de alguna manera a las dos ciudades, mediante el instrumento de una defirtición de la zona de interés común que las comprendiese en sus coordenadas, quizá sin citarlas.

¿Disputa de frailes?

¿Se trata de una mera disputa de clérigos estrategas, como opinó en un primer momento el Pontífice entonces reinante cuando surgió la polémica sobre las tesis de Lutero? ¿Tecnicismos, pues?

Portugal se ha definido históricamente como nación, no en contra de España, pero sí teniendo en cuenta el hecho español. De ahí que su política de Estado haya comprendido siempre una dimensión extracontinental, atlántica. Ha sido siempre su regla de oro la alianza con la potencia marítima dominante. Fue Inglaterra y la alianza luso-británica su soporte desde 1383 a la crisis de Goa. Permitió, disputando los británicos el dominio del mar a España, el mantenimiento de la lusitanidad del Brasi. Desde 1904, las posiciones en el II Imperio, el africano. La novación de la alianza inglesa era la OTAN.

En 1968 -poco antes de la enfermedad de Salazar- me explicaba esta visión en su casa de Lisboa un político muy clásico en política exterior, Marcello Caetano. Muchas veces he hablado de "la cuestión atlántica" con Mario Soares, el político portugués más iberista en la hora presente; muy continental, pero muy consciente de lo que significaba el mar que estaba a la espalda (para otros es España quien está tumbada a la espalda). Lo mismo que con numerosos políticos de diversas tendencias, Freitas Cruz, Ribero, Teles, Medeiros Ferreira, Salgado Zenha y un largo etcétera. Solamente, entre quienes yo conozco y con quienes he abordado el tema, Melo Antunes se manifestaba como más exento del peso del arbotante atlántico.

Silencios y desprecios

Durante el debate en el Senado sobre la OTAN adelantamos los socialistas el tema de las repercusiones sobre las relaciones peninsulares. Silencio y desprecio arrogante de parte de quienes todo lo veían bajo la simplificación ideológica atlantista. Este Gobierno parece aquejado de adanismo: opera como si la historia, las realidades culturales no pesasen. Como si todo hubiese comenzado cuando sus miembros se decidieron a hacer política. Lo mismo respecto al norte de Africa, que a Latinoamérica, que a la Península. Pero las realidades históricas tienen la vida larga. Entre ellas, la entrañable y cargada de futuro de la relación con Portugal.

Fernando Morán es senador del PSOE por Asturias.

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