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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El III Congreso del PSC-PSOE

EL III CONGRESO del PSC-PSOE, el partido de los socialistas catalanes, ha concluido en el mismo ambiente de sosiego que había caracterizado el desarrollo de sus sesiones. Las tres principales corrientes de la organización -los unitarios de Raimon Obiols, la nueva mayoría de Ernest Lluch y los institucionalistas de Narcís Serra- habían llegado a un acuerdo para hacer prevalecer sus intereses comunes sobre sus diferencias y para imponer criterios de integración en los órganos dirigentes. La reelección de Joan Reventós, un político honesto pero escasamente imaginativo y poco carismático, es, en buena parte, la consecuencia de la tregua, sin plazo definido, acordada por las tres tendencias. La neutralidad y la voluntad de concordia de la UGT catalana, que sigue ampliando su campo de acción sindical a costa de Comisiones Obreras, ha sido decisiva en este pacto de amistad y no agresión.Las elecciones al Parlamento de la Generalitat en marzo de 1980 constituyeron para los socialistas, que partían como favoritos con el sólido argumento de sus anteriores éxitos en los comicios generales y municipales de 1979, un amargo despertar y una derrota de difícil encaje. Las urnas mostraron que, puestos a pujar en la subasta de las emociones nacionalistas, Convergencia i Unió tenía bastantes mas posibilidades de ganar y Esquerra era un peligroso enemigo. A partir de ese grave contratiempo, el PSC-PSOE revisó su estrategia y pasó a acentuar los aspectos de la solidaridad interterritorial en detrimento de un catalanismo sobredimensionado. Ernest Lluch, portavoz del grupo socialista catalán en el Congreso hasta hace pocos meses, dio un viraje desde posiciones fuertemente nacionalistas hacia actitudes orientadas a una estrecha articulación con la estrategia global del PSOE para toda España. Los propósitos de la minoritaria nueva mayoría, en la que Lluch se asoció con partidarios de renovar el partido y de desplazar a Joan Reventós de su cargo, produjeron un debate entre esta línea y la animada por Raimon Obiols. La ofensiva de la nueva mayoría se saldó con una derrota, pero los vencedores han optado, prudentemente, por integrar a los vencidos en los órganos de dirección. La fórmula ha permitido al sector institucionalista, que agrupa a buena parte de los cargos electos en la Administración Local y el Parlamento autonómico, que recibiera su parte en la distribución del poder. Narcís Serra, un político con brillante y prometedora carrera en el socialismo catalán, une desde ahora a su condición de alcalde de Barcelona el prestigio de dibujarse, de cara al futuro, como el número dos del PSC-PSOE. Joan Reventós conserva su cargo de secretario general y su función arbitral en los conflictos de las tendencias. Pero la colegiación para la toma de decisiones y el ascenso de los institucionalistas hacen que su papel se halle muy distante de esa personalización del poder habitualmente asociada al puesto que ocupa.

La barrida del PSOE en las elecciones, andaluzas ha influído para fraguar el consenso y el pacto de familias en el III Congreso del PSC-PSOE- poniendo sordina a lasdiscrepancias entre sus corrientes. El discurso de Felipe González vino a simbolizar que los impulsos centrifugadores del nacionalismo son ahora menos poderosos en los socialistas catalanes que sus propósitos de integrarse, aunque con voz propia y dentro de un esquema organizativo federalista, en la estrategia general del PSOE. Los avances de Convergencia y de Esquerra en las elecciones de marzo de 1980, mostraron el arraigo del nacionalismo en Cataluña, pero dejaron al PSC-PSOE en un apreciable segundo puesto en el parlamento de la Comunidad Autónoma sin privarle de la-posibilidad de mejorar sus posiciones cuando los votantes tuvieran que designar no a sus representantes en el Parlamento catalán, sino a los diputados a las Cortes Generales. La profunda crisis de los comunistas (PSUC) y su escisión pro-soviética abren a los socialistas la oportunidad de repetir con el electorado comunista de Cataluña parte de su hazaña del 23 de mayo en Andalucía. La moderación del III Congreso del PSC-PSOE ha sido, pues, también una consecuencia de los comicios andaluces y modifica las propias perspectivas electorales a pocos meses vista. Pero la espina clavada de la LOAPA, una ley rechazada ampliamente en la comunidad autonóma catalana y que ha generado fuertes tensiones entre los socialistas catalanes y la dirección estatal del PSOE puede gangrenar su actual optimismo.

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