Urquiaga, la recompensa a la fe en sí mismo
Ahí está, casi, casi de - tapadillo entre los que todos dicen que son figuras, agazapado en su barba de dos días entre las estrellas. Se deja fotografiar ese diente rebelde que sobresale en la fila de la derecha junto a las sonrisas descaradas de sus compañeros, esos señores afamados que tienen la retina estropeada de tanto flash. Todavía no sé si habla poco porque es así, tacaño en palabras, o porque aún le intimida un magnetófono. Todavía ignoro si su voz suena así, apagada y grave, porque sí o porque no quiere que nadie a su alrededor le oiga. Si la timidez es decir "hola" y aguardar un comentario, Urquiaga es tímido. Si la precaución es pensar un segundo la respuesta y contestar brevemente, Urquiaga es prudente. Cuando le llega el turno, fija la vista en el micrófono incorporado al casete, cruza los brazos y deja caer su flequillo de niño travieso.A Santiago le tienes que adivinar la voluntad de hierro y fortaleza de carácter. Te has de servir para ello de un dato: hace medio año era un destrozo de futbolista, recluido en su casa, tumbado en la cama con la tibia y el peroné rotos Hoy figura entre los veintidós escogidos.
"En seguida noté que era grave La pierna se me quedó insensible. Dani estaba a mi lado, le dije que tenía la pierna muerta, no sentía nada. No sé si miré al cielo, pero por un instante pensé que el mundo se me caía encima. Iba bien, pasaba una racha buena, y todo se me derrumbaba en un momento Tuve que trabajar mucho. La recuperación fue pesada, y yo me convertí en una lata para todos los que me atendieron. Allí tenía gente fabulosa: un preparador físico, un entrenador y médicos que se desvivieron por mí. Trabajé mucho, hice entrenamientos extra hasta que recuperé la forma. Todos confiaban en mí, y yo sabía que no podía defraudarles, por eso me esforcé aún más, si cabe. De verdad, al principio me resultaba difícil ni siquiera soñar que mi nombre iba a figurar en la lista de veintidós".
Urquiaga son veinticuatro años vascos. Nació en Cruces y vivió casi siempre en Sestao, a trece kilómetros de Bilbao. Sus equipos de siempre fueron, ¡cómo no!, el Baracaldo y el Athlétic. Casi se le puede imaginar enfundado en un mono azul apurando la colada incandescente de un horno alto. Explicar que Santiago es uno de esos futbolistas capaces de hundir millones de pesetas de ficha sin dar muchas patadas ya es más complicado.
"Antes se jugaba al fútbol de otra forma. Los profesionales no estaban tan preparados como ahora. Era todo más lento, era un ritmo apacible. Había jugadores muy buenos, líbreme yo de negarlo, pero eran los menos. Hoy hay figuras y las habrá mañana, pero la preparación es pareja y resulta difícil que esas estrellas destaquen".
Pregunta: En otras palabras, ¿la profesionalidad acabó con el espectáculo?
Respuesta: No, lbs jugadores son profesionales y tienen que mantener unas familias con el dinero que sacan del fútbol, con su trabajo. Soy de los que creen que el jugador, cuando sale al campo, intenta ofrecer espectáculo a la afición, al público que paga y exige. Que salgan mal las cosas es otro asunto.
Santiago entró en la familia del Athlétic por reaños. A los trece años, cuando jugaba con su cuadrilla del barrio, se presentó al primer torneo que el club hizo en Lezama. Allí fichó, con otros compañeros de equipo. Al final se quedó solo. Dos años con infantiles, tres con juveniles, otro en el filial y, por fin, al Athlétic.
P: ¿Podría explicar por qué al campo del Atlétic, San Mamés, lo apodan la catedral del fútbol?
R: Siempre se le llamó así, y no me extraña. El campo es bonito, y la afición, muy entendida.
El cree que el fútbol, como cualquier cosa en la vida, cuando evoluciona, lo hace para bien, "suele ser para bien". Quizás por eso no se resigna a su suerte. El afirma que el Athlétic es una gran familia, pero, ¡por qué no!, se iría a otro club si la oferta económica fuera buena. "Depende de la oferta. Los futbolistas estamos obligados a ganar dinero, cuanto más dinero mejor, porque lo nuestro se acaba a los treinta y pocos años, y en ese tiempo debemos sembrar el futuro. Los colores de una camiseta tiran, el orgullo de vestirse con esos colores tira, pero al final eres tú, sólo tú, quien tiene que vivir".
P: ¿Le apetece que hablemos de política, de mujeres, de lo divino y de lo humano?
R: En política no me meto.
No responde seco, pero sí tajante. Urquiaga también parece estar cortado por el patrón de los otros jugadores, por esa ley que prohibe al aficionado -para bien del aficionado y para bien de los jugadores- conocer cuál es la idea del mundo que tienen aquellos que le deleitan corriendo por el campo la tarde de los domingos.
P: ¿Es conservador, progresista...?
R: Soy un hombre que vive al día, sin más.
P: ¿Droga blanda, sí o no?
R: La droga, por definición, es mala Un porro, un solo porro, no puede hacer daño, pero la droga en sí misma no me parece bien. Y no olvido que el alcohol es peor que muchas drogas.
P: ¿Energía nuclear?
R: La central nuclear de Lemóniz puede ser una cosa positiva para el País Vasco, pero en estos momentos, en la zona en que está instalada, puede tener muchos problemas.
P: ¿Relaciones prematrimoniales, sí o no?
R: Sí, estoy a favor.
P: ¿El pueblo vasco es un pueblo privilegiado respecto al resto de España?
R: En cierto sentido, sí. Es un pueblo privilegiado por su riqueza y por la emigración recibida de otras zonas de España. Pero, sobre todo, antes. Ahora la gente se está empezando a marchar, y el pueblo vasco se está empobreciendo.
P: ¿Hay crisis económica profunda en el País Vasco?
R: Sí, pero no sólo allí. La hay en todos los sitios.
P: ¿Se nota más en su tierra?
R: Sí, porque se ha marchado más gente.
P: ¿Está mal visto ser vasco y figurar en la selección española?
R: La gente allí creo que está muy contenta conmigo y, de hecho, todo el mundo me felicita cuando voy por el pueblo.
Santiago Urquiaga se echa hacia atrás. Es un gesto, una señal que pone fin al cuestionario, aunque él no pronuncia una palabra en ese sentido. Está allí para atender al periodista, con la conciencia clara de que, en su profesión, la Prensa es una correa de transmisión entre el jugador y el aficionado, ese aficionado que sigue el fútbol y no tiene la suerte de verle los domingos en San Mamés. La otra cara de la moneda es el valor que da a lo que de él se pide. "Los periodistas que hacen noticias sobre los jugadores son, ante todo, profesionales. Yo respeto profundamente su profesión, pero a veces aciertan y otras veces están muy equivocados".
P: ¿Cómo le trata la prensa de Bilbao?
R: Hasta ahora se ha portado magníficamente conmigo.
P: No es posible que no le hayan criticado jamás.
R: Ya me han tratado. alguna vez mal, pero no les hago mucho caso. Ellos tiene su profesión y su trabajo, y hay que respetarlo.
P: ¿Habla con su mujer de fútbol?
R: Sí, ella asiste a los partidos que jugamos en San Mamés, y en casa, después, los comentamos. Ella me da su opinión, me dice si he estado bien o mal. Aunque no entiende mucho de fútbol, yo le hago caso, porque pienso que, precisamente por eso, es más sincera que muchos. Entre semana, sin embargo, el fútbol es como si no existiera para ella.
P: ¿Cedería su puesto si con ello se garantizara el triunfo de la selección española?
R: No me importaría.
P: ¿Quién ganará el Mundial?
R: República Federal de Alemania, Brasil, Argentina... Nosotros lo vamos a intentar, vamos a jugar sólo pensando en eso.
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