Eichmann fue ahorcado hace 20 años en Israel
Hace veinte años, el 31 de mayo de 1962, poco antes de la medianoche, el criminal de guerra nazi Adolf Otto Eichmann, de sesenta años de edad en aquel entonces, era colgado en la prisión de Randeh, cerca de la capital del Estado judío, Tel Aviv.
El cuerpo de Eichmann fue incinerado y sus cenizas dispersadas en alta mar entre las primeras luces del día, con el objeto de que su tumba, allá donde se encontrase, no fuera lugar de peregrinación de futuros nazis. Eichmann fue el responsable de la sección IV de la Gestapo, la que se encargó de la cuestión judía.Siempre fue un funcionario celoso, y se encargó hasta el comienzo de láguerra, en 1939, de expulsar a las comunidades judías del territorio del III Reich alemán.
Cuando, en el transcurso de la guerra, la política de emigración forzosa fue transformada por la de exterminio de la población judía, Eichmann se puso al trabajo con el mismo celo de antaño en la llamada solución final de la cuestión judía.
Después de la segunda guerra mundial, Adolf Eichmann emigró, bajo nombre falso, a Argentina. Al término de una amplia operación, los servicios secretos israelíes le descubrieron y secuestraron, no sin antes crear un serio incidente diplomático con el Gobierno argentino.
"Esta ejecución debe quedar como algo excepcional", estima, veinte años después, Gedeon Hausner, ex fiscal del Estado en el proceso contra el criminal de guerra nazi.
Para el jurista retirado israelí los crímenes de los que el propio Eichmann se consideró culpable, es decir, "crímenes contra el pueblo judío, crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad", eran demasiado "terribles". "Era necesario que se hiciera justicia, incluso aunque se aplicase tardíamente, casi veinte años después de que se cometieran los hechos".
La acusación contra el que fuera uno de los jefes de la temida Gestapo sirvió, según el ex fiscal, para corregir la escasa atención de Nuremberg a esta cuestión y, sobre todo, para probar que "las cosas habían cambiado, que el pueblo judío disponía de un Estado, un ejército, una policía y con un brazo lo suficientemente largo como para poder golpear en cualquier, parte que se propusiera".
En este sentido, hoy se comenta en Jerusalén que lo esencial de todo el caso no era eliminar físicamente al acusado, lo que podría haberse hecho discretamente, como ocurrió con otros criminales de guerra nazis. La idea fue la de organizar un proceso ejemplar, contra un hombre y un sistema, para que el mundo "y la juventud israelí tomasen conciencia de los acontecimientos a los que se prefería ni siquiera mencionar".
El 30 de mayo de 1962, el presidente del Estado israelí, Isaac Ben Zvi, rechazó, después de toda una jornada de reflexión, la solicitud de otorgar la gracia al acusado.
Al día siguiente, el condenado fue ejecutado en la horca, y tras haber rechazado el concurso de un sacerdote canadiense, en el momento de morir, se le escuchó gnitar: "Viva Alemania; viva Argentina".
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