Las entidades de deposito prestaron al Banco de España un billón de pesetas a través de los Certificados de Regulación Monetaria
Las entidades de depósito, bancos y cajas, y los intermediarios financieros con acceso al mercado interbancario, tienen prestado al Banco de España algo más de un billón de pesetas. Los Certificados de Regulación Monetaria (CRM), sucesores de los bonos y certificados de depósito, son el vehículo a través del que se han materializado estas operaciones. Si la cifra se considera junto con las inversiones obligatorias que tienen que realizar las entidades, y que representan algo más de un 30% de sus depósitos, parece claro que banca y Estado necesariamente tendrán que ponerse de acuerdo en cada momento.La constante concertación entre la banca y el Gobierno se dibuja en el horizonte inmediatamente posterior a las próximas elecciones generales como un fenómeno lógico y necesario. El creciente déficit del sector público se convierte en uno de los más sólidos puntales sobre los que se están afianzando los excelentes resultados que viene presentando la banca en los dos últimos ejercicios.
Las demandas que realiza el Tesoro al Banco de España para cubrir los desfases presupuestarios son vueltos a canalizar hacia las entidades de crédito a través de los CRM que formalmente cumplen así una doble función: contribuyen a la financiación del déficit, y sirven como instrumento de regulación de la política monetaria. Pero además estos CRM se han llegado a constituir en función de los elevados tipos de interés con que se retribuyen, en torno al 16% a su corto plazo de vencimiento, y en función también de su seguridad, ya que en definitiva es el propio Estado el garante.
Las bondades de los certificados
Es decir que los CRM constituyen una inversión muy confortable para la banca, con alta rentabilidad, corto período de maduración, escaso riesgo y pequeño coste operativo, pues se formulan como mero apunte contable. Esta circunstancia está haciendo que las entidades de depósito acudan con renovados brios a las subastas decenales en busca de estos activos, lo que a su vez produce una situación de confianza en los responsables de la política monetaria al ser conscientes de que manteniendo las actuales características de los CRM van a conseguir financiación para las necesidades coyunturales sin mayores problemas.Pero esta situación tiene otro efecto: en el momento actual los depósitos bancarios están creciendo a un ritmo que supera las previsiones, mientras que la demanda de crédito continúa sin reactivarse. Es más, según expertos en riesgo bancario, las demandas de financiación que se están recibiendo en los últimos meses presentan pocas garantías de poder ser recobradas a su vencimiento.
Por ello la banca se muestra aún más reacia a realizar inversiones crediticias directas en las empresas. Las grandes operaciones se canalizan a través de créditos sindicados que en definitiva suponen diluir el riesgo de la operación entre varias entidades, mientras que las operaciones ordinarias se están viendo frenadas, tanto por las prevenciones de la banca, como por las políticas mas ajustadas de tesorería que están realizando las empresas.
De alguna forma la situación resultante de estos planteamientos es la siguiente: la banca se retira de algunas inversiones industriales y encuentra problemas para colocar, con las garantías que le gustan, los depósitos que recoge de sus clientes. Como alternativa a esta falta de inversión directa acude al Banco de España y le coloca una parte de estos excedentes. Por su parte el Sector Público ha retomado en los últimos años la iniciativa de inversión en sectores productivos concretos, ante el abandono de la iniciativa privada, para lo que necesita una financiación creciente.
Círculo y no cordón
Así el sistema financiero español se muestra una vez más como un breve círculo integrado por una docena de instituciones con peso real. Esta estrecha relación entre las necesidades financieras del sector público, el precio que esté dispuesto a pagar por los recursos que demanda, y las cuentas de resultados bancarios, es algo bastante mas sólido que el célebre cordón umbilical que acostumbra a unir a los bancos emisores con el resto de las entidades crediticias en los países industrializados.Por tanto la suerte del sector público está tremendamente ligada con la del sector bancario, quien en estos momentos está adoptando una política de espera hasta que los resultados de las próximas elecciones generales le indiquen cual ha de ser el interlocutor válido para negociar una mayor disciplina del gasto público y que desembocará en una política de concertación, aunque los previsibles acuerdos se puedan revestir con cualquier ropaje dialéctico.
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