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La falta de demanda de crédito pone en peligro la política monetaria del Banco de España

El Banco de España está realizando un importante esfuerzo por contener el crecimiento de las disponibilidades líquidas, que se habían despegado excesivamente de las previsiones oficiales, que fijaban el crecimiento de las magnitudes monetarias en una banda de dos puntos en torno al 16%. Las operaciones clásicas de drenaje de liquidez topan con el peligro de elevar los tipos de interés en el sistema, con lo que la inversión en sectores productivos aún se retraería más. En el fondo aparece el creciente déficit del sector público como último responsable de la actual situación.

Los tesoreros bancarios no ganan para sobresaltos en los últimos tiempos. En primer lugar, se han venido encontrando a lo largo de todo el año pasado con unos excedentes de dinero a los que buscaban colocación para poder conjugar correctamente el difícil tándem rentabilidad/ seguridad en los bonos y certificados de depósito del Banco de España. Hace poco más de dos semanas la autoridad monetaria ha decidido cambiar el sistema y sustituir estos activos por una nueva figura: los Certificados de Regulación Monetaria (CRM), que presentan una novedad esencial: su subasta se realiza decenalmente en lugar de cada día. Esto ha representado tener que variar todas las estrategias diseñadas por los grandes maestros del oficio. Los desajustes se han producido en las primeras subastas de los nuevos CRM y los desfases se han dejado sentir hasta en el mercado interbancario. El pasado miércoles, el tipo de interés para las operaciones a un día se situaba en el 0%.Por si esto fuese poco, la máquina de captar depósitos, que los bancos y cajas de ahorro se han encargado de ir engrasando hasta lograr su práctica perfección, ha continuado aportando a las cuentas de pasivo de estas entidades cantidades crecientes de dinero, hasta situar su tasa de incremento en el período marzo 1981-marzo 1982 en un 19,5%, prácticamente tres puntos por encima de las previsiones oficiales. En el presente mes de abril, las impresiones son que se mantiene el ritmo de crecimiento de los depósitos, e incluso puede haberse acelerado.

Atonía en el crédito

Pero, ante la impotencia de los reponsables de diseñar las políticas inversoras de la banca, la demanda de crédito del sector privado continúa mostrando unos preocupantes síntomas de atonía, mientras que los recursos del sector público al Banco de España son crecientes. Las cifras que se avanzan en círculos bancarios para el primer trimestre del presente año ascienden a 420.000 millones de pesetas, frente a los 262.000 millones alcanzados en el mismo período del ejercicio anterior.

Así, los excedentes que se generan casi a diario son reconducidos hacia las operaciones en papel del Estado a corto plazo, como única fórmula de conseguir una rentabilidad aceptable para el dinero que apalean sin descanso los departamentos de captación de pasivo de los bancos.

Lo lógico es que esta situación de intensa liquidez y falta de demanda de crédito hubiese provocado una caída en los tipos de interés en las operaciones de préstamo de la banca, que a su vez habría inducido una baja en los tipos de remuneración de los de pósitos. Pero lo lógico, en muchas ocasiones, está reñido con lo posible, y únicamente en el mercado interbancario, es decir, el que queda restringido para los intermediarios financieros y el Banco de España, se ha producido una drástica caída en los precios del dinero, que lo llevaron a los citados niveles del 0%, pero que ya ha comenzado a subir de nuevo, como consecuencia, por una parte, de los casi 160.000 millones de pesetas que retiraba la autoridad monetaria en la subasta de CRM del pasado viernes y de la proximidad del pago de diversos impuestos, entre ellos, el de tráfico de empresas (ITE),que tendrá que realizar la banca el próximo día 6 de mayo, y que se estima que puede representar una cifra próxima a los 250.000 millones de pesetas.

Las razones para que, a pesar de los fuertes excedentes de liquidez existentes en el sistema, no se haya producido un reajuste a la baja importante en los precios del dinero son diversas y responden, en el orden institucional, a la necesidad de mantener el control de la inflación, que podría desbordarse ante un dinero barato. Los altos tipos de interés que se están manteniendo en el resto de los países industrializados también constituye una razón poderosa para que las autoridades monetarias no hayan puesto un empeño especial en forzar la baja de los precios del dinero en el mercado nacional por cuanto se podría producir una salida de capitales españoles al exterior en busca de retribuciones más altas.

La rigidez de los tipos

Por parte de la banca se muestran unos reparos no menos severos al descenso de los tipos de interés.- La histórica rigidez que muestran los costes de las entidades de depósito hace que un abaratamiento drástico del precio del dinero recorte sustancialmente los márgenes de beneficio del sector, al menos momentáneamente. Esta circunstancia podría colocar en graves dificultades a más de una de estas entidades, con lo que la crisis del sector no haría más que agravarse, generando nuevos costes adicionales a la economía nacional, al tenerse que producir, previsiblemente, ayudas por parte del banco emisor a las entidades en dificultades.

Por otra parte, algunos expertos bancarios han venido haciendo hincapié en que una rebaja en los tipos de interés no conllevaría de forma inmediata el relanzamiento de la inversión productiva. Es decir, que para algunos medios bancarios el descenso coyuntural de los tipos de interés no constituye en modo alguno la panacea para la maltrecha economía nacional, y que, por el contrario, puede perjudicar gravemente el precario equilibrio que en estos momentos mantienen las finanzas del país.

Algo parecido deben pensar los responsables de la política monetaria nacional al no decidirse a presionar para que se recorten de forma sustancial los tipos de interés. No obstante, algunos pasos en este sentido ya se han dado. La adjudicación de sólo 5.000 millones de pesetas en pagarés del Tesoro correspondió a las demandas que fijaban los tipos de interés mas bajos. Fuera quedaron del orden de los 75.000 millones, cifra que puede estar parcialmente hinchada por alguna demanda de cumplido, pero que en cualquier caso es altamente explicativa del elevado nivel de liquidez que tiene el sistema.

El paralelismo entre los tipos de interés para el tomador de pagarés del Tesoro y los que se practican en el mercado de letras bursátil ha provocado algunas opiniones encontradas. Para algunos habría sido la presión de los grandes bancos la causa que habría determinado esta proximidad. Evidentemente, las entidades de crédito no sienten deseos, y así lo han expresado en repetidas ocasiones, de que el Estado se constituya en competidor suyo a la hora de captar el ahorro de los particulares, y mucho menos a corto plazo. Según otros testimonios, sería precisamente el interés del Banco de España en evitar una nueva escalada de los tipos de interés la causa de que sólo se adjudicase esta pequeña cantidad de pagarés. Con ello, además, se conseguiría un ritmo equilibrado de emisión de estos activos.

No obstante, el banco emisor, dentro de la política de contención del crecimiento de las disponibilidades líquidas, ha elevado de forma indirecta el coeficiente de caja de las entidades de depósito al sustituir el tradicional mecanismo de crédito automático en la pignoración de fondos públicos por el préstamo con un tipo de interés similar al de la subasta de fondos en el Banco de España.

Esta modificación puede representar un incremento de hecho en el coeficiente de caja, que está fijado en el 5,75 de los pasivos computables, de un 0,4%. para el conjunto de las entidades de crédito, y afectará, aproximadamente, a unos 50.000 millones de pesetas.

En definitiva, la liquidez excedentaria se puede ver reducida de forma sustancial en las próximas semanas, y los tipos de interés pueden, en el mejor de los casos, apuntar una ligera flexión a la baja.

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