Sobre las Malvinas
Según información de la Prensa, la primera ministra del Reino Unido, señora Margaret Thatcher, ha declarado, entre otras inexactitudes o despropósitos, "que Inglaterra tiene una larga y orgullosa historia de reconocimiento de los derechos de los demás a determinar su propio destino". No creemos que sea necesario remontarnos a la fundación del imperio británico, admirable obra de piratería llevada a cabo por, indudablemente, valerosos caballeros del Reino Unido.Nos limitaremos a señalar las contradicciones sentimentales del Reino Unido con respecto a los regímenes que hacen caso omiso de los derechos de sus súbditos a disponer de su propio destino. No hay que ir tan lejos como están las islas Malvinas, que tan torrencial amor a la libertad ha provocado en la señora Thatcher; nos basta aproximarnos a nuestra invertebrada y desconcertada Europa para recordarles que muy recientemente han existido tres regímenes en donde los derechos del hombre o libertades humanas brillaron por su ausencia, con la total indiferencia, cuando no palmario beneplácito, del Reino Unido porque así convenía a sus intereses y al de sus padrinos, protectores o mentores políticos, Estados Unidos de América, como fueron las dictaduras del general Franco, la de Oliveira Salazar, en Portugal; la de los coroneles, en Grecia, y la modernísima de Turquía. ¿Qué hizo el Reino Unido para acabar con ellos? ¿Qué tipo de sanciones económicas decretó para su exterminio? No faltamos a la verdad cuando afirmamos que lejos, de condenar la dictadura del general Franco, fueron muchos ingleses, en comunidad con los suecos, daneses, etcétera, los que defendieron, en cartas a la Prensa, la excelencia del franquismo. ¿Cómo se conjuga el amor a la libertad por la dictadura del general Galtieri en las islas Malvinas con lo expuesto anteriormente? ¡Un poco de honestidad, señora Thatcher! Que han sido ustedes maestros en apoyar reyezuelos y oligarquías de todas las categorías cuando se trataba de defender los intereses del imperio británico./