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Más vida a la vejez

El pasado miércoles, 7 de abril, se celebró el Día Mundial de la Salud, al que este año se le ha adjudicado el lema de Dar más vida a la vejez. Este tipo de celebraciones, obvio es recordarlo, persigue centrar en un momento dado las reflexiones colectivas sobre aspectos y problemas concretos de la sociedad mundial; pero a nadie puede extrañarle que el día, al menos en España, haya pasado prácticamente inadvertido. Se trata, sin duda, de una evidencia del estado actual del problema, que no es otro sino el de verse condenado a un marcado abandonismo desde hace mucho tiempo, por no decir desde siempre. Un abandonismo que cobra su cota más acusada en las instancias oficiales, pero que no es, ní mucho menos, exclusivo de la Administración. ( ... )Casualmente, este fecha ha venido a coincidir con la víspera del largo puente de Semana Santa. En estos días, como en las vacaciones veraniegas o en otros puentes del año, los hospitales se llenan de ancianos que, bajo el pretexto absurdo e inhumano de cualquier achaque o enfermedad, son, en realidad, abandonados temporalmente por sus propios familiares, interesados en disfrutar cómodamente, y sin la molestia de algún anciano quejumbroso, unos días de asueto.

Tampoco en la esfera política el tema recibe un trato distinto. Paradójicamente, la vejez suele ocupar un lugar de importancia en las promesas electorales de los distintos partidos políticos, pero tales ofertas raras veces se traducen luego plenamente en realidacles tangibles. La explicación de este fenómeno no es difícil, puesto que en nuestro país el 12% de la población pertenece a este colectivo, lo que pone en juego nada mái; y nada menos que cuatro millories de votos. Unos votos capaces de lograr algún espacio en los programas electorales, pero que no bastan, según parece, para merecer el mismo espaclo a la hora de afrontar los distintos problemas del país.

El dato de que más del 80% de los ancianos perciben en nuestro país cantidades inferiores al salario mínimo interprofesional es más que elocuente. Añádanse a ello otras deficiencias no menos graves, como las relativas a la vivienda, a la carencia de lugares apropiados para el ocio y la convivencia, a las lagunas en materia de sanidad, a la falta de residencias y un largo etcétera.(...)

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9 de abril

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