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CASTILLA-LA MANCHA

Oleada de crímenes pasionales en Guadalajara

La muerte de una joven de veinte años, apuñalada por el chico con el que salía, ha conmocionado a la opinión pública alcarreña, especialmente por la sucesión de hechos violentos que se vienen produciendo desde hace algunos meses. Los crímenes pasionales, las discusiones callejeras en las que cada vez es más frecuente que la policía utilice sus armas y las muertes violentas en general, comienzan a ser habituales en una ciudad tradicionalmente tranquila como Guadalajara.

Tras una semana de debatirse entre la vida y la muerte, el pasado domingo fallecía en la residencia de la Seguridad Social, Mercedes Moyano Muñoz, que había recibido una puñalada en el cuello, donde quedó alojada la hoja.El autor de esta muerte, Julio Taracena Molina, de veinticinco años, profesor de EGB en paro, que se entregó inmediatamente a la policía, salía con la joven desde hace varios meses y todo parece indicar que su reacción se debió al anuncio de Mercedes de que tenía novio formal y debían cortar su relación.

Según ha publicado un semanario local, Julio Taracena venía dando muestras de alteración en los días precedentes al asesinato de la muchacha y el día del suceso adquirió una navaja de grandes dimensiones.

Al igual que en el caso anterior, varias de las muertes producidas han estado originadas por motivos pasionales. Este es el caso del asesinato que tuvo lugar el 22 de junio del año pasado cuando Jaime García Jiménez, de treinta años de edad, mató a su esposa, Margarita Yolanda, de su misma edad, de dos disparos de su escopeta de caza. Esto ocurrió en un parque cercano a la vivienda, cuando la mujer charlaba con otras vecinas. En el mismo suceso resultó herido levemente un hijo de ambos de ocho años ,de edad.

Un cuarto crimen de matíz pasional tuvo lugar en Guadalajara con una mujer como víctima. En los primeros días de septiembre, Maximillano Villalba Padrino golpeó con un palo y acuchilló a su mujer, Salvadora Rojo, presentándose inmediataniente en comisaría, donde afirmó: "Estas son las llaves de mi casa, acabo de matar a mi mujer que está en la bañera".

Tanto Maximiliano como Salvadora, que tenían dos hijos, habían pasado algunas temporadas en la sección psiquiátrica del hospital provincial.

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