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El Valencia Barcelona, más que un partido

Las fallas del estatutet de Benicasim tuvieron su traca final en Mestalla. El domingo Valencia y Barcelona jugaron algo más que un partido de fútbol. La pirotecnia y los goles los pusieron los de la senyera con azul. Las barretinas quedaron difuminadas por el humo de la pólvora. Mientras los jugadores se disputaron la prima, en los graderíos se discutieron conceptos. El Valencia también quiere ser más que un club, pero de signo contrario al culé. Los Valencia-Barcelona han perdido el encanto de las euforias futbolísticas. Las tracas son, ahora, humo de cañas.

Durante la semana fallera hubo panfletos, que instaban a recibir a los seguidores del Barcelona como a auténticos enemigos. Había quien proponía que se les cortara el paso en el rio Cérvol. Contra el Barcelona se montó la revancha de lo del Estatuto. A Mestalla acudió el domingo hasta Paquita reventaplenaris. El Barcelona que sólo aspiraba a sacar algún puntito y no deseaba con ello ofender al señor Abril Martorell, se encontró con un ambiente del que no había desaparecido el calor de la nit del foc. José Luís Nuñez tuvo la ocurrencia de ofrecerse a la multitud como chivo expiatorio. Las broncas que le dedicaron fueron peores que las que podría recibir en Chamartín. Eso de enronquecer a la afición antes del partido era una táctica que usaba Pedro Ferrándiz, en la cancha del Estudiantes, pero que tampoco le daba resultado porque en cuanto aparecían Luyk y Brabender, los chavales del Ramiro gritaban aquello de "yankis al Vietnam" y ofendían más.La gloria de una soberbia victoria sobre el Barça la disfrutaron esta vez quienes no van habitualmente al fútbol. Y la celebraron en Madrid por si todavía es posible el milagro. A Joan Fuster seguro que no le importó que venciera el Valencia. A él siempre le ha parecido importante para su pueblo la existencia de Puchades. El triunfo valencianista no ha ofendido a los llamados catalinistas valencianos. A estos lo que les duele es que el centro delantero, en lugar de austriaco no sea un Badenes de Castellón. Lo malo de las complacencias con los de Castana es que se pongan burros y pidan una señera con verde, que es su color madalenero.

El Barcelona podía haber salido de Mestalla con la liga bajo el brazo y se encontró, al final, con la posibilidad de verse, del brazo y por la calle, con el Real Madrid, que aún no ha arrojado la toalla. El Valencia-Barcelona fue casi un mitin. La Federación Española de Fútbol designó el campo valencianista, sede del equipo nacional durante el Mundial-82, por aquello de que era un lugar tranquilo y sin tensiones y puede ocurrir que lo haya mandado a luchar contra los elementos. Hasta ahora la selección ha encontrado allí un lugar ideal, pero en Valencia hay un nerviosismo generalizado, que no se sabe en que puede acabar.

Mañana será Mestalla escenario del penúltimo partido de preparación del equipo nacional. La televisión nos dió el domingo por la noche una inyección de optimismo con el juego de brasileños y alemanes. Da la impresión de que todos los equipos mundialistas están en parejo nivel. Dice Porta que a Alemania se le ganó en Sarriá, la noche en que Muller y Benito se escupieron hasta deshidratarse y que eso mismo puede volver a suceder.

Mañana tendrá Santamaría las bajas de Zamora y Alonso, pero el ensayo con Estella y Gallego puede ser muy interesante. El problema, más que en los nombres está, en estos momentos, en la forma física de la mayoría de los jugadores. Las huellas de la temporada comienzan a ser excesivamente notorias. El grave problema radica en que quien más las acusa es precisamente la Real Sociedad.

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