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Indecisión y escasa presencia de compradores

La incertidumbre ha marcado el comienzo de la presente semana bursátil, donde los índices generales de los mercados periféricos mostraron pequeñas diferencias alcistas, mientras que el indicador intersectorial de la bolsa madrileña perdía cuatro centésimas como consecuencia de la poco decidida actuación de los valores del grupo bancario y del repliegue de Telefónica.Estas dos fueron las características que marcaron el comportamiento del mercado. Los bancos, a pesar de contar con una oferta poco aparatosa, no demostraron un excesivo interés en mejorar los precios de sus acciones. El ejemplo del Vizcaya es quizá el más elocuente de todos; con un saldo vendedor de 335 acciones en el mercado madrileño optó por repetir. La realidad es que a esta entidad se le están poniendo muy fáciles las cosas para mantener el liderazgo en cuanto a cotizaciones en el sector. La ampliación de capital que realizó el Popular le alejó un tanto de los puestos de cabeza, y aunque el Vizcaya ha vuelto a realizar una venta un tanto deficiente entre sus accionistas de la retribución complementaria que ofrecerá este año, el Banco de Crédito Comercial, la supremacía de su dividendo, y la decidida política bursátil que parece haber enfilado, le están facilitando notablemente el camino para mantener el liderazgo actual.

No obstante, dos bancos -Banesto y Popular- aceptaron recortes de tres puntos, respectivamente, en sus cotizaciones. En el caso del primero, las 50.466 acciones que presentaba como saldo vendedor parecían justificar esta decisión. Por su parte, el mayor de los bancos pequeños, -esto es, el Popular, según la definición que prefieren algunos de sus responsables-, contaba con una diferencia negativa entre compras y ventas en favor de estas últimas de 3.416 títulos, por lo que siguiendo su tradicional política de aceptar la tendencia del mercado asumieron la baja. El resto de los siete grandes repitió sin grandes esfuerzos, si bien sus cierres eran bastante débiles, más porque no se apreciaba el menor atisbo de demanda, que porque las órdenes de venta hubiesen comenzado a presionar.

El resto del mercado y, en particular, los valores eléctricos mostraron una discreta línea de resistencia a la baja, que, en ocasiones, como era el caso de Iberbuero, se vieron salpicadas por alguna mejora significativa, que respondía en general a un claro intento de conjugar la rentabilldad con la seguridad.

El descenso en la retribución de los bonos del Tesoro y certificados del Banco de Espaiía y, sobre todo, la más que previsible continuación de esta tendencia bajista, está forzando a los inversores intitucionales a diversificar sus activos.

Sin embargo, cualquier subida de cierta considerac:ión en el precio de estos valores provocará, casi con toda seguridad, una presencia abundante de realizaciones.

Los valores industriales duermen el sueño del olvido y, además, parecen estar muy satisfechos de ello. La baja de siderúrgicas fue prácticamente compensada con la de los valores quíniicos y mañana o pasado, probablemente, se invertirán los términos. En definitiva, los impulsos por los que se mueven estos sectores son muy débiles y, en cualquier caso, se pueden ver afectados por cambios bruscos de tendencia.

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