Balbino hizo de Arteche y abrió el triunfo del Atlético
A Balbino se le ocurrió el domingo hacer de Arteche y abrió el camino del triunfo ante el flojo Valladolid con un magnífico gol de cabeza. Los goles en el Atlético este año son cosa de defensas. El central rojiblanco, que lleva una campaña muy discreta, fue, paradógicamente, uno de los más eficaces artilleros del equipo, al invertir los habituales papeles con Arteche, quizá con sana envidia de los piropos que últimamente le llueven a su compañero de línea. Hugo Sánchez, que reapareció, falló un penalti, y fue sustituido; al igual que el chico de Marquitos. La delantera rojiblanca no contribuyó mucho, para no perder la costumbre, a que el Atlético, sumara dos puntos que pueden evitarle los apuros del descenso.El Atlético remató siete veces a puerta en la primera mitad. Aparte del gol y de su escarceo con Fenoy, que debió haber costado la expulsión de ambos, Balbino cabeceó fuera otro balón en inmejorables condiciones, Ruiz y Dirceu también probaron fortuna, y Mínguez, muy equilibrado en su juego, lo hizo en tres ocasiones. Los prometedores inicios del añorado Hugo Sánchez y su movilidad fueron de más a menos, hasta limitarse a alguna acción filigranera. Poca cosa. En cuanto al chico de Marquitos fue la nada absoluta. Otras veces comienza algunas jugadas. Ante el Valladolid ni eso. Otra mala tarde del azulgrana. El Valladolid no se estiró al encajar el tempranero gol de Balbino. Paquito, entrenador, dejó solo en punta a Alí, que no pudo nunca con un Juanjo redivivo sorprendentemente. Las ayudas esporádicas desde atrás de Gail, Jorge y Duque fueron escasas, y el Atlético no supo sacar provecho de su mayor prodigalidad en el disparo a puerta.
Aunque el fútbol rojiblanco, desde luego, no está para ningún alarde, al menos hubo cierta cohesión desde atrás, por la buena labor de Mínguez y Quique.
Pero este Atlético, con Cabeza o Calderón en el palco, anda en trámites de divorcio con la regularidad. Su segunda parte fue de pena. Un desastre. Incluso llegó a ponerle nervioso el cándido equipo de Zorrilla. Una tremenda indecisión entre Juanjo y Mejías aceleró el pulso a la hinchada local con el balón paseándose por delante del marco. Hasta Arteche volvió a recordar al de sus primeros tiempos, cuando llegó de Santander, al ceder hacia atrás un balón que Duque cortó y que a punto estuvo de marcar de no ser por la salida de Mejías. Y el cancerbero rojiblanco se jugó la nariz poco después, al salir desesperadamente ante las botas de Moré, que se había plantado en solitario y con ventaja.
Se mascaba el empate, y con él los apuros, los nervios, la intranquilidad. Fue entonces cuando un árbitro se decidió a pitar penalti en el Manzanares a favor del equipo de Cabeza. Algunos hinchas del Atlético no salían de su asombro. Y Hugo Sánchez tampoco. Su disparo desde el denominado punto fatídico no se ajustó a lo que mandan los cánones: tiro raso, ajustado y al palo. El manito tiró fuerte, sí, pero alto, muy lejos del travesaño, ajustado al segundo anfiteatro. La fortuna, sin embargo, sonrió, y de qué manera, al Atlético con el soberbio remate de Quique, que les permitió respirar hondo y profundo. El Valladolid ya bajó los brazos y ni siquiera su estrella, el hondureño Gilberto, pudo levantar el ánimo de sus compañeros. El de los aficionados seguía por el suelo.
El partido fue de una mediocridad insultante. Lo único positivo para el Atlético, los dos puntos. Con seis más se eludirá el descenso. Un alivio, sin duda.
Esta vez el esquema que tan buen resultado le dió a García Traid frente a la Real Sociedad no respondió de igual manera. Si los delanteros rojiblancos no dan mucho de sí esta temporada, hay que ensayar ese 4-4-2 móvil, con permutas en el medio campo, que propicia una mayor libertad de acción para Dirceu, aunque el brasileño no la aprovechó en esta ocasión.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.