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El conductor del autobús escolar accidentado el lunes carecía de permiso de conducir

Pedro Navarro, el conductor muerto el pasado lunes en un accidente en el que también perdió la vida la niña de trece años María Blanca Martínez, carecía del permiso de conducir adecuado, según confirmó ayer la Dirección General de Tráfico. Familiares directos del conductor explicaron ayer a este periódico que Pedro Navarro sufría serios desequilibrios mentales desde muy pequeño, aunque jamás recibió asistencia psiquiátrica.

En Valdaracete, localidad situada a sesenta kilómetros de Madrid, de donde era natural Pedro Navarro, la madre, Vicenta Navarro, viuda desde hace ocho meses, se rodea de varios familiares que le hacen compañía en un mínimo salón de la casa de planta baja en la que siempre ha vivido con su marido, nacido, corno ella, en este pueblo. Es una mujer de 68 años, toda vestida de negro, sin huellas de llanto en la cara y fugazmente contenta de que en un periódico se hable de su hijo."Desde muy pequeño, antes de los trece años, trabajaba con su padre en el campo. Teníamos arrendadas unas tierras en las que cultivábamos cereales. Su hermano pequeño, Félix, dos años menor que Pedro, también fue a trabajar desde pequeño al campo, aunque luego se fue a Tenerife y allí está de camarero. A los dieciocho años, Pedro sacó el carné de conducir. Hizo la mili en Alcalá de Henares y luego siguió trabajando aquí. Ya habíamos comprado dos burras y dos mulas y había mucho que hacer. Ha estado en muchas cosas. En la costrucción en Madrid, luego otra vez aquí, con la yunta. A los veinticuatro años estuvo como conductor en algunas empresas", prosigue la madre sin que en ningún momento la emoción asome a su rostro. "Con los de Mendieta -la empresa propietaria del autobús- empezó hace dos años. Iba dos días por semana y cada día le daban 2.000 pesetas. No tenía Seguridad Social ni nada y ahora vamos a ver si me puede quedar alguna pensión, porque ellos -los de la empresa- estuvieron aquí y fueron muy amables, pero no hablaron nada de ésto".

Una de las rnujeres presentes en la entrevista, Isabel González, cuñada de la madre de Pedro Navarro, comenta con las otras mujeres que la vida de su sobrino se "ha marchado tan mal como había venido". En un momento en el que la madre busca unas fotografias, Isabel González aprovecha para decir que su sobrino sufría algunos desequilibrios mentales ya desde pequeño. "En esta misma habitación que usted ve, el día en que nació estuvimos tres mujeres durante casi día y medio colaborando en el parto. El crío vino mal y la madre nunca lo ha reconocido. Ha preferido tratarle como a un niño pequeño y solucionarlo todo a tortazos. Era buenisimo, pero sufría de vértigos. Lo peor es que mentía y mentía. Se inventaba historias Cuando estaba en la mili contaba a sus amigos que estaba casado y tenía dos niños. Sus compañeros venían a verle y nos volvíamos locos para tapar tas mentiras. Nunca era agresivo ni le daba por beber. Pero tendría que haberle visto un psiquiatra".

La madre se reincorpora a la conversación y continúa hablando de la vida que su hijo llevaba en el pueblo. Pese a los 34 años, nunca tuvo una novia ni relación afectiva semejante. "Bueno, le voy a decir la verdad", rectifica la madre, "porque sólo una vez que yo me tuve que ausentar del pueblo durante casi dos neses, por enfermedad de mi marido, al volver me encontré con que se había instalado aquí con un ama de cama y mesa. Los dos se equivocaron, porque aquí el único ama he sido y seré yo", afirma tajante y en un fuerte tono autoritario. En un nuevo aparte, la tía añade que la única historia sentimental de Pedro Navarro terminó con la expulsión a bofetones por parte de la madre contra su hijo y la novia. "El chico ya tenía casi treinta años y ella les trató como a dos menores. Si él quería vivir con una mujer, aunque fuera una puta, como era esa chica, era un asunto suyo. Pero Pedro tenía que contar con la madre hasta para disponer de dinero, y, como no tenía, pedía entre los vecinos a base de mentiras que luego siempre se descubrían. Es una lástima que haya muerto, pero todo ha terminado como empezó", concluye la tía de Pedro Navarro. La Dirección General de Tráfico difundió ayer un comunicado en el que se aseguraba que el fallecido era titular de un permiso de conducir de tipo b, ya caducado, y, además, no apto para conducir vehículos como el autobús escolar siniestrado el pasado lunes.

Tráfico añadía en su comunicado que "se ha ordenado la instrucción de los expedientes administrativos oportunos para sancionar las posibles infracciones que pudieran haberse producido, tanto por parte del titular del vehículo -Vicente Mendieta- como por el colegio que tenía contratado el servicio -colegio internacional Eurovillas, de Nuevo Baztán-.

La respuesta a esta nota por parte del director del colegio, Jesús Sánchez, fue la siguiente: "Su periódico ya me pidió opinión ayer. Vuelvo a decir lo mismo. Aquí lo que ha ocurrido es que ha muerto una niña y el conductor del vehículo, y todos estamos muy apenados. Ya estamos hartos de reportajes. Durante el entierro estuvieron haciendo fotografías sin la más mínima consideración a los familiares y, a mi entender, con fines especulativos. No nos molesten más. Es todo lo que tengo que decir". Al igual que el día anterior, el director se negó a hablar de los criterios de contratación y de las garantías que, de cara al alumnado, exige el centro antes de encargar a una empresa el traslado de los escolares.

El titular de la empresa Mendieta, Vicente Mendieta Morera, manifestó, en contraposición con lo dicho por la madre del conductor fallecido, que hacía sólo tres meses que Pedro Navarro había sido contratado, con carácter eventual, por su empresa. "Aquí vino con un certificado de la Guardia Civil de Pinto en el que se decía que el conductor había perdido su permiso de conducir".

"Luego supe", prosigue Vicente Mendieta, "que había estado encarcelado en una ocasión, pero no por eso iba a dejar de darle trabajo. Respecto al accidente, no hubo fallo mecánico. El autobús tenía once años de antigüedad y la última revisión del coche se hizo el día 11 de enero, con el plazo de un año para volver a revisar el vehículo. El coche derrapó, chocó contra una alcantarilla y la niña, que iba sentada, salió despedida por una de las ventanas".

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