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El proceso de concentraciones en el sector eléctrico, pendiente de la difícil situación de Iberduero en Euskadi

Las empresas del sector eléctrico, que durante el último tercio del pasado año parecieron acelerar los procesos de concentración a los que sistemáticamente se habían venido resistiendo, mantienen un compás de espera sobre casi todas las acciones tendentes a lograr una redefinición del sector en nuestro país, como consecuencia de las incertidumbres que, sobre su futuro conjunto, está planteando la difícil situación por la que atraviesa Iberduero. Los problemas para concluir las obras de la central nuclear de Lemóniz y los sabotajes a que vienen siendo sometidas las instalaciones de la compañía, ocasionan unos quebrantos a Iberduero que repercuten en el resto de las sociedades eléctricas, como consecuencia de los pactos de colaboración existentes entre ellas.

La reordenación del sector eléctrico o, mejor dicho, la concentración de las empresas que lo componen, es un viejo proyecto acariciado por algunos técnicos desde que, a principios de los años setenta, se produjo una entrada masiva de accionistas populares en estas sociedades.Los ingentes planes de inversión que ya entonces se estimaban como necesarios para garantizar la cobertura de los servicios que presta el sector, la difícil situación política que atravesaba el régimen anterior, y los deseos de las principales familias históricas del sector eléctrico de que éste no tuviese que recurrir a la inversión pública como sustituta de una financiación que, probablemente, no estaban en condiciones de ofrecer, llevaron a los responsabes de las mayores empresas eléctricas del país a acometer unas políticas de reparto de sus riesgos en el capital de estas compañías.

Muchos pequeños accionistas privados, las cajas de ahorro y el propio Banco de España, hasta hace pocos meses, son testigos de esta estrategia.

A este esquema, que se correspondería con la situación inmediatamente posterior a la repercusión de la primera crisis del petróleo en nuestro país, en torno a 1976, se vino a sumar el endurecimiento de los mercados financieros, a los que son especialmente sensibles estas empresas, abocadas a mantener un endedudamiento constante para hacer frente a los nuevos planes de inversión. Una parte sustancial de los recursos propios de estas compañías, en muchos casos, se corresponden más con meros apuntes contables, correspondientes al pase a reservas de las actualizaciones del activo inmovilizado, que con auténticas aportaciones de capital de refresco.

El disparo alcista de los tipos de interés, el acortamiento en el plazo de amortización de los empréstitos y, sobre todo, la sustitución parcial y progresivo acortamiento de los coeficientes de inversión obligatoria de las cajas de ahorro por los de inversión regional, colocaron a estas empresas en una situación comprometida y les hicieron recurrir al endeudamiento en los mercados financieros internacionales.

Las sucesivas ampliaciones de capital parcialmente liberadas con cargo a sus actualizaciones del inmovilizado, no resultaban suficientes como para aguantar la pesada estructura financiera de estas compañías.

Así surgió en el año 1977, y con motivo de las primeras negociaciones del Plan Energético Nacional (PEN), un proyecto de concentración de las empresas del sector que pretendía dejarlas reducidas a cinco o seis, atendiendo fundamentalmente a su estructura y a sus ámbitos geográficos de actuación.

Estas indicaciones de los representantes gubernamantales en la mesa de negociación del Plan Energético Nacional (PEN) no fueron acogidas con excesivo entusiasmo por parte de los representantes de estas empresas, para quienes una mayor concentración representaba una mayor facilidad para su nacionalización en el caso de que se hubiese producido un eventual triunfo del PSOE en las elecciones legislativas. Según se apuntó entonces, una generosa aportación a la campaña electoral de UCD contribuyó a frenar estos deseos de la Administración. No obstante, los proyectos no fueron totalmente olvidados.

La voz de alerta que aceleró las negociaciones para llegar a un redimensionamiento en el sector eléctrico en este país lo constituyó la compra de Hidroeléctrica de Langreo por Hidroeléctrica Española (Hidrola), realizada el pasado verano.

Pero esta compra tuvo otro efecto: se había roto el frente natural que el representante de alguna empresa del sector había dibujado en los contactos previos, y según el cual la concentráción lógica hubiese sido la de FENOSA con las empresas que actuaban en las provincias de Asturias y Santander, es decir, con Viesgo, Hidro Cantábrico y el porpio Langreo. Saltos del Nansa sería englobado en esta hipotética sociedad sin demasiados problemas, según testimonios del sector.

Roto el frente del Cantábrico

Una vez roto elfrente del Cantábrico, se aceleraron en los primeros días del otoño de 1981 las negociaciones dentro del sector. Unión Eléctrica y FENOSA iniciaron un largo proceso, aún no coricluido, de fusión. Los problemas que comenzaron a surgir fueron de carácter jurídico, y se les sumó alguno de tipo financiero, dada la similitud en los capitales de las dos sociedades.Pocas semanas después se comenzó a detectar en los mercados bursátiles unas sorprendentes adquisiciones de acciones de Eléctricas Reunidas de Zaragoza, empresa que tradicionalmente gozaba de escaso favor entre los inversores por su deficiente estructura financiera y lo poco productivo de su mercado.

Los accionistas más importantes de Reunidas, Fuerzas Eléctricas de Cataluña (FECSA) e Iberduero, tan pronto como tuvíeron conocimiento de estas operaciones, se apresuraron a intentar detectar al comprador, que resultó ser ENHER.

ENHER, einpresa pública participada mayoritariamente por el Instítuto Nacional de Industria (INI), había sido un suministrador tradicional de electricidad en Reunidas, ya que sus canales de distribución y venta de energía son muy reducidos.

La proximidad de la puesta en funcionamiento del primer grupo de la central iiuclear de Ascó, participada por FECSA, hizo que se redujera la demanda que Reunidas mantenía con ENHER. La empresa pública se planteó, según fuentes del sector consultadas, la necesidad de aumentar su participación en la empresa aragonesa, máxime cuando a FECSA, y siempre según los mismos testimonios, solo le detenían los problemas políticos -imagen autonómica- para apurar sus acuerdos con Iberduero y absorber a Reunidas. Al menos, la lógica indica que el campo natural de expansión de FECSA se desarrolla siguiendo el cauce del Ebro, ya que su territorio Iinda por el sur con Hidrola, que es la suministradora de electricidad en el País Valenciano.

Por otra parte, la instalación de la factoría de General Motors en las proximidades de Zaragoza hace que Reunidas recobre una posición estratégica notable, ya que, aunque la venta de energía a complejos industriales no suele representar un negocio redondo para las empresas eléctricas, lo cierto es que contribuye, gracias al incremento del consumo estable, a sus cuentas de resultados de forma sustancial.

Operación de autodefensa

Por su parte, y volviendo a la cornisa cántabra, Hidroeléctrica del Cantábrico, posiblemente la empresa más sana del sector, financieramente hablando, ha hecho pública en los últimos días una operación de autodefensa, tendente a intentar mantener su independencía. El incremento de 250 pesetas en el nominal de sus acciones, sin desembolso alguno para los actuales accíonistas, parece pretender dos fines concretos: por una parte, lograr una mayor dimensión en su capital en base a unas cuentas de reservas que no habían sido utilizadas en la misma medida que sus compañeros de sector; por otra, y consecuente con la primera, aumentar su volumen de forma que su integración en un grupo mayor resulte menos sencilla.Todo este proceso parece, salvo la excepción de Hidro Cantábrico, parado por el momento. La posibilidad de que el PSOE llegue al poder en las próximas elecciones no parece ser la causa de la ralentización de las negociaciones, al menos si se aceptan los criteríos vertidos por algunos de los más importantes representantes del sector. Las declaraciones de algunos representantes socialistas, en el sentido de que no se acometería de forma prioritaria la nacionalización del sector, junto con el reconocimiento de la conveniencia de presentar un frente más cohesionado de cara a la integración española en la CEE, parecen estar surtiendo efecto entre los responsables de las empresas del sector eléctrico.

Junto a esto, el temor, también expuesto a media voz por ejecutivos de estas empresas, de que las operaciones de ENHER y Unión Eléctrica, en la que también participa el INI en un 12% sean el inicio de una estrategia más amplia por parte de la Administración para conseguir acelerar estos procesos de concentración, ha contribuido a vencer algunas reticencias.

No obstante, la difícil situación por la que atraviesa la mayor compañía eléctrica española, Iberduero, podría estar siendo la causa que retrasa el término de esta reordenación. La mala situación de Iberduero afecta al resto de las empresas, tanto por el mecanismo de las tarifas compensatorias como por los propios acuerdos entre las compañías, que se traducen en las conveniencias generales del sector, y hace que aventuras que exigen unas fuertes inversiones como las que se presentan, hayan sido objeto de severas revisiones y ralentizadas por el momento.

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