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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El estado de las armas químicas y biológicas

EN EL presupuesto militar de Estados Unidos para 1983 figura una partida de 705 millones de dólares para las armas químicas: un 15% más que en el año anterior. Reagan ha explicado que este aumento se debe al progreso de la URSS en ese mismo campo; el secretario de Defensa ha expresado a su vez la denuncia por la violación continua por la URSS de los acuerdos internacionales sobre armamentos químicos y biológicos, y la Unión Soviética ha respondido inmediatamente acusando a los americanos por "lanzarse a una fabricación masiva de armas tóxicas". Esta situación y esta disputa son las que se trasladaron el martes a la Conferencia de Madrid y volvieron a paralizar su desarrollo normal, para continuar utilizándola como ring del pugilato entre las dos grandes potencias, no sin espanto de los otros países europeos, que vieron descrita esta futura y posible guerra como un adelanto de lo que puede pasar en sus propios e inermes territorios.Los informes del Spiri, instituto sueco que se declara independiente y que se ha especializado en el estudio y en la estadística de los armamentos, parecen corroborar las tesis de Reagan en este terreno. La cuestión de las armas biológicas o bacteriológicas parece, en principio, más dudosa de lo que se afirma, en el sentido de que no es fácil controlar las toxinas, hongos o virus y pueden resultar tan peligrosas para quienes las manejan como para sus presuntas víctimas: ya hace dos años que Estados Unidos denunció que en la ciudad soviética. de Sverlovsk había habido aproximadamente mil muertos por la mala manipulación de agentes biológicos en una fábrica de armamento de este tipo. Las armas más propiamente químicas, los gases, tendrían en cambio un desarrollo considerable y, según el Spiri, la URSS posee un centenar de fábricas de gases de guerra, 100.000 hombres adiestrados y numerosas armas capaces de disparar proyectiles químicos. Estados Unidos ha acusado a la URSS de haber ensayado algunos tipos de gases en Afganistán. No hay ninguna prueba fehaciente de ello, y los círculos soviéticos acusan a su vez a Estados Unidos de su mentira para justificar sus propias investigaciones. En todo caso, Reagan no intenta negar su propio rearme químico: entiende que es necesario para disuadir a la URSS de emplearlo, y que es un paso para llegar a un acuerdo de prohibición mutua. Reagan ha insistido en el hecho de que "no hay ningún acuerdo verificable para la prohibición de fabricación de armas químicas". La situación es peor: existen acuerdos, pero no se curipien. El primero es de 1925, en Ginebra, para que no se repitiera por parte de nadie la primera experiencia práctica de los gases: la de los alemanes en 1915, en el frente belga; entonces existía el inconveniente de que un giro del viento podía volver sus efectos contra los ejércitos propios. En 1972 hubo una nueva convención internacional: como siempre, después de una violación. En ese caso, la de Estados Unidos con los herbicidas y otras bacterias contra los vegetales en la guerra de Vietnam, armas de efectos todavía imprevisibles en las poblaciones civiles; se renovó el acuerdo de la prohibición, que más tarde sería objeto de una negociación entre la URSS y Estados Unidos, y en 1975, de una ratificación de los acuerdos de Ginebra de 1925. La prohibición volvió a ser formal hasta que en la actualidad las acusaciones mutuas vuelven a reproducir el tema a partir de una denuncia soviética, según la cual Estados Unidos habría suministrado armas químicas a los rebeldes afganos y a la Junta de El Salvador, respondida por Estados Unidos con la denuncia de que la URSS ha entregado armas biológicas y químicas para ser utilizadas en Laos, Camboya y Afganistán.

Todos estos datos no hacen más que acrecentar la enorme inquietud de los países europeos como teatro posible de una próxima guerra y el desaliento al ver cómo la discusión estéril sobre este tema barrena la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa, inventada y desarrollada para todo lo contrario de lo que está sirviendo.

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