El Combinado madridista sorprendió a la URSS
Los aficionados ya no se irán jamás del Bernabéu sin ver goles. Ese no fue el caso de ayer, pero el fútbol enlatado para amenizar las esperas y los descansos será un buen suplente para días de sequía. Preferible a Isidro, Ito o algún otro jugador de quita y pon. El espectáculo, que cada día ofrece menos alicientes por la técnica futbolística pura, se afianzará con la electrónica japonesa. En la noche de estreno, la selección de la URSS, que tiene quilates de aspirante al próximo título mundial, se tomó el partido demasiado de entrenamiento, pese a todas sus figuras, y empató a última hora un encuentro que tenía perdido. Síntoma de su calidad, lo hizo con diez jugadores sólo en el campo, al marcharse Blokhine, lesíonado. Pero anteriormente se había confiado ante un equipo de hombres blancos, algo siempre muy peligroso.Las camisetas madridistas imprimen carácter, espíritu de lucha, y eso se nota en cuanto se conoce algo por dentro la casa blanca. Sólo así, una vez más, se pueden explicar los apuros soviéticos de ayer. Los suplentes, y los suplentes de éstos, los del Castilla, aburrieron con marcajes muy pegajosos a sus rivales y no les dejaron maniobrar casi nunca con comodidad.
En el eje del campo Carcelén se emparejó con Gavrilov; Angel, con Kipiani -esta vez ya sin problemas- y Sulakvelldze; Isidro, con Buryak, y Juanito, el castillista, con Daraselia y Bessotiov. La URSS, sólo con Blokhinr y Andreev -después Shenguelia- delante, bien vigilados por Sabido, Navajas -y Espinosa- no se esforzó en encontrar huecos ante un rival así y horizontalizó demasiado el juego en el medio campo, sin abrirlo apenas por los extremos. A pesar de eso, Blokhine, excesivamente en figura, estrelló un tiro en el poste a los 42 minutos y García Remón, con su nerviosismo y lógica falta de sitio, pareció pasar más peligros de los que en realidad tuvo. Fue Dassaev el que mostró su categoría en cuatro ocasiones, aunque regaló el primer gol tontamente.
El Combinado, en su lucha constante, comenzó con fuerza la segunda parte y tuvo el premio de un gol de rebote y otro al contragolpe. Curiosamente, recordó al Valencia del pasado domingo frente al primer equipo. Pero le faltó picardía para mantener el resultado. La calidad del rival surgió cuando menos se esperaba, con diez hombres solamente, al irse Blokhine, algo lesionado. Aunque dejó a Shenguella solo en punta, y a riesgo de sufrir un contragolpe rival, sus centrocampistas verticalizaron más el juego y el empate en dos minutos fue sorprendente, pero lógico.
La URSS, con gran preparación fisica y técnica, dio la sensación de poder mucho más. Pareció jugar a un 50% de su capacidad. Debió pensar que le bastaría, como ante sus recientes rivales de segunda división andaluces, y fue un grave error, aunque sólo de entrenamiento, ante un equipo con el estigma blanco.
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