Las tribulaciones de un preventivo en la India
JUAN JOSE MARTINEZ ZATO
Anuncia una revista española que el 15 de febrero próximo será juzgado en la India Ramehandra Kashiram, por un hecho que en España sería constitutivo de una falta, a no ser que el reo fuera reincidente. Aparentando una solvencia económica de la que carecía -tal diría en su caso el resultando de hechos probados si fuera juzgado en nuestro país-, viajó en un tren sin abonar el importe del billete. Nada extraordinario, como puede verse. En cualquier lugar del mundo suceden cosas así todos los días.Lo noticiable es que Ramchandra decidió recorrer el trayecto -posiblemente largo, dada la extension enorme de la península asiática- no a pie, como tal vez le correspondía hacerlo, sino en ferrocarril, reservado, sin duda, a personas de más alta condición, según la casta o subcasta a la que los viajeros -legales o clandestinos- puedan pertenecer, nada menos que el día 5 de marzo de 1953; es decir, sólo seis años después de conquistar la India su independencia, tras ver coronada con el éxito el mahatma Gandhi su arrogante e insolente lucha pacífica ante el entonces todopoderoso imperio británico.
Suele decirse que van despacio las cosas de palacio. Y, ciertamente, en el palacio de Justicia hindú muy despacio parecen que van, pues nuestro héroe ha vivido en situación de prisión preventiva hata hace unos días. Veintinueve años en total. Sospecha uno que Ramchandra no tenía abogado y que el juez esta ba en la inopia, a no ser que con una extraña interpretación taliónica pensara que lo más justo era que viviera en prisión todo el tiempo que hubiera tardado en hacer el recorrido a pie. Y todo esto, claro está, da mucho qué pensar. Siempre es bueno con templar los errores ajenos para sacar de ellos lecciones provechosas y corregir los propios. Dejemos, pues, por unos momentos a Ramchandra y meditemos...
Sin llegar por el momento a semejantes extremos, preocupa sobremanera a nuestros ciudadanos -y en primer lugar a los justiciables- la lentitud de nuestros tribunales en administrar justicia en las causas con preso preventivo. Numerosos son los factores que influyen en tal lentitud, innegable por lo demás.
En primer lugar, el procedimiento es en ocasiones un auténtico calvario. Trámites, requisitos formales, plazos, recursos, revocaciones del sumario con viajes de palacio a palacio con billetes de ida y vuelta, calificaciones del fiscal y de las defensas, señalamiento a largo plazo del juicio, suspensiones debidas a múltiples causas que no vienen ahora al caso y, en fin, un largo, muy largo, un larguísimo etcétera que da lugar a que el tiempo -a veces años- transcurra, ante la desesperación del preso y procesado.
En mis múltiples visitas a las cárceles, compruebo cómo se quejan los presos de esa lentitud en los procesos, pues caso de ser condenados no pueden, hasta que ese momento llega, disfrutar de beneficios que a los preventivos les están negados. Ellos serán tal vez autores de los hechos que se presume han cometido.
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