Votos y pesetas
Se decía al principio del pleistoceno democrático, allá por el 77, como argumento de sacristía contra la democracia:-La democracia:
-La democracia es cara.
Efectivamente, nos salía más barato a los españoles sostener todo el aparato del Movimiento, todo el movimiento del Alzamiento, todo el alzamiento de la Cruzada, toda la Cruzada de la cosa y, encima, el guardia que le había puesto Franco a Pérez Jiménez, el venezolano, cuando esto era «tierra de asilo» de dictadores crepusculares. Aunque hay quien dice que el guardia se lo pagaba de su bolsillo el ilustre prócer, que vivía en Commodore, plaza de la (ex) República Argentina o de Cristino Mallo (autor de los delfines de la fuente). La democracia es cara y no está muy claro si los votos son pesetas las pesetas son votos. El nuevo contable de la ucedé, un suponer, ha llegado, ha cogido, ha agarrado, se ha puesto los manguitos y la visera de celuloide y ha dicho:
-Este café debe 5.000 millones de pesetas.
-Esto no es un café, oiga -le ataja Oscar Alzaga, que para eso está.
-De todos modos, tienen ustedes una deuda de cinco mil millones de púas.
Blas Camacho, el saliente, ha dicho que las cuentas claras y borrón y cuenta nueva. Esas cosas que dicen los contables. El pecé paga poco a sus liberados.
Lo del «oro de Moscú» era un recurso estilístico de Franco, pero ya se ha visto que en el pecé no hay dinero ni para sacar el Mundo Obrero a tope. Moscú nunca ha dado oro ni para un pendiente de Dolores Ibárruri. González/ PSOE dicen que debe mil millones, más la última camisa de cuadros que le ha comprado su señora en El Corte Inglés para que vaya arreglado a la Moncloa, a ver a Calvo-Sotelo, y con «tirantez de concepto». Se dice en los meritideros madrileños que Ferrer-Salat le ha pasado novecientos millones de púas a Fraga, o sea una pela larga, pero aquí se ve claro que las pesetas no siempre son votos, porque las sofemasas a nivel de caIle peatonal siguen dejando baje), políticamente, a Fragabarne, aunque algo ha mejorado, mayormente porque, vendiendo lo mismo que Calvo-Sotelo, está claro que lo vende mejor. No se sabe si, en efecto, en la cabeza de Fraga cabe el Estado. Pero es seguro que en el misal de Calvo-Sotelo' no cabe la democracia.
¿Quién financia los partidos? El Estado, la Banca, el extranjero y los afiliados. El Estado, involuntariamente, tiene tendencia a financiarse a sí mismo. La Banca no da un duro a Paco Ordóñez para su submarine, amarillo/ hepatitis (la que han cogido con el disgusto del Ateneo), pero el empresariado financia lujosamente AP/CD, como hemos notariado, y, aparte esos 900 millones, Ie suelta cuarenta durandartes a don Manuel, los domingos por la tarde, para que se vaya a ver La Leona de Castilla y se compre un soldado de plomo, que hace colección. El extranjero es siempre Alemania (Francia no es más que el extrarradio), y parece que manda algunos marcos a Felipe, por giro postal (el cartero siempre llama dos veces, que están reunidos con Calvo-Sotelo). Cuando llega el giro, Alfonso Guerra paga unas tapas a los estilistas de El Socialista, en un bar de abajo, en Santa Engracia, que es un sitio de mucho picar.
Los afiliados echan poco en el cepillo de las ánimas. Lo único, el fiestón del pecé, por el otoño. Y luego, para imprevistos, la hucha de Olof Palme. Afortunadamente, todavía las pesetas no son votos. El más financiado, AP, sigue en primera regional. Y el PSOE no puede decirse en absoluto que le deba sus grandes movidas al oro del Rin. Porque resulta que la democracia, en el fondo, es verdad.
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