Atlético-Cádiz, un tostonazo
El Atlético-Cádiz, partido lleno de presuntos barcelonistas, fue un tostonazo. El Atlético, que ya ha traspasado al chico de Marquitos, no peleó como el pasado miércoles cuando el adversario fue el propio Barça. Los Mané, Juan José, Mejías y Dieguito, de quienes se cuenta que tienen contratos millonarios a la vista, únicamente tuvieron cuatro detalles con la concurrencia. De todos los barcelonistas yo me quedaría con los que ya están en el Camp Nou. Entre otras cosas, porque son mejores. Los presuntos barcelonistas del pasado domingo están bien donde están.Siempre me ha parecido más azaroso, y por tanto más emocionante, ir al Manzanares que al Bernabéu. En la casa blanca se sabe siempre que la película acaba como debe acabar: con la victoria de los buenos. En el Calderón es siempre todo imprevisible. Incluso cuando el visitante es el Cádiz, que, a lo que se vio, sólo está en la Liga para mojarles la oreja a quienes aspiran a ser campeones. El Atlético tuvo que esperar 61 minutos para desembarazarse del conjunto gaditano, que tardó en perder sus ambiciones atacantes lo que tardó en retirarse Mané, lesionado antes de que se cumpliera la media hora.
El encuentro tuvo unos instantes iniciales prometedores. El Cádiz intentó sorprender por medio de Mané, Mejías y Dieguito, que dibujaron tres medias verónicas con mucha gracia, y que fueron el quite del perdón. Las estrellas del Cádiz se taparon como se tapan los buenos toreros, pero no pasaron de ahí porque no arriesgaron un alamar. El domingo era la ocasión propicia para que los diestros se lucieran y se les pudiera tocar El niño del matadero, como hacen en El Puerto de Santa María; pero sólo se centraron en la faena en las postrimerías. En los cuatro minutos finales asomó el Cádiz de sus tardes gloriosas en el Carranza. El resto del tiempo se lo pasó de media chirigota. En aquellos despejes de la defensa, con hechuras colegiales, me recordaban aquella guasa de hace años, cuando los dandys negros cantaban aquello de "Mosquera, Mosquera, marcate otro gol, vamo a Primera, a Primera División". El Cádiz jugó como si hubiera buscado el puntito para no descender. Desde la muralla todo eran patadones hacia adelante, y allí no había nadie para rematar.
El Atlético también comenzó con destellos. Marcos disparó a gol con la izquierda, en el minuto cinco, tan bien como si en la portería estuviera el banquillo visitante. El resto se quedó en un disparo de Arteche, casi sin ángulo, que Bocoya detuvo encima de la raya de gol, y en dos ocasiones de Rubio, en el segundo tiempo, en una de las cuales se volvió a lucir Bocoya, que estuvo muy acertado toda la tarde.
Del encuentro quizá se pueda recordar ese afán de Dieguito por marcar de tiro directo al botar los saques de esquina, y la espectacularidad de las chilenas de Hugo Sánchez.
El manito tiene una habilidad enorme para rematar de espaldas a la meta. El día que consiga un gol de esa manera el Manzanares estallará de gozo. Hugo Sánchez no es un gran goleador, pero hasta la fecha ha administrado tan bien sus dianas que, puede afirmarse, que han sido las más rentables de cuantas se ha anotado el Atlético en los últimos tiempos. Un gol del azteca suele valer casi siempre dos puntos.
El Atlético volvió a ser el equipo desangelado de tiempos atrás. La necesidad de alcanzar el triunfo le obligó a esmerarse un poquito más en el segundo tiempo; pero, como casi siempre, intentó la solución a base de colocar las cabezas de Arteche y Ruiz en los lanzamientos a la olla. En un partido de mediocridad general no se salvaron ni los presuntos barcelonistas.
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