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En Lodz volvió la esperanza a la selección

ENVIADO ESPECIALLa selección española volvió a parecerse a la de Wembley. Ayer, ante Polonia, tuvo el coraje suficiente para obtener un triunfo que había merecido y que durante seis minutos se le había negado. Más que el preciosismo venció el sacrificio y el deseo de superación. El contragolpe español, bien dirigido durante el primer tiempo por López Ufarte, jugó como no lo había hecho en los últimos encuentros. El centro del campo fue muy distinto al de Valencia contra Luxemburgo. Hubo más armonía y homogeneidad que en anteriores ocasiones. En Lodz volvió la esperanza.

Con López Ufarte se ha recuperado la vieja costumbre de bautizar a los deportistas con apelativos más o menos rimbombantes. El del jugador de la Real es de origen francés, porque fue en un torneo juvenil en Mónaco cuando fue calificado como el pequeño diablo. Quien así lo definió tuvo en cuenta, sin duda, tanto su reducido físico como su capacidad diabólica. Con el tiempo, López Ufarte no ha aumentado sus centímetros, pero sí su capacidad para la añagaza. Hay en él una fuerte dosis de maquiavelismo futbolístico y esa virtud que posee para resolver la situación cuando los otros no lo han meditado se notó en el equipo español.

Durante mucho tiempo ha existido una falta absoluta para conducir el juego. Ayer, sin que le petite diable pusiera especial énfasis en sus condiciones, contribuyó notablemente a la mejoría del equipo por una simple razón: el impacto psicológico que produce su presencia en Alonso, Zamora y Satrústegui. Lo meritorio de López Ufarte no fue el gol, sino el hecho de que hizo posible el que Zamora recuperara parte de las condiciones que tiempo atrás le hicieron triunfar; que Alonso tuviera siempre fácil la entrega hacia la zona izquierda y que Satrústegui se fuera hacia delante con la seguridad de que no iba a estar solo.

Las mejores jugadas del primer tiempo fueron aquellas en las que intervinieron los realistas. El hábito les hizo repetir lo que están acostumbrados a hacer en su equipo. El componente donostiarra fue fundamental en el contragolpe español. López Ufarte logró el primer gol; Alonso hizo el de la victoria y lanzó un tremendo disparo al larguero, y Satrústegui fue el autor de un tanto justamente invalidado por fuera de juego. Al comienzo del segundo período Satrústegui tuvo una ocasión magnífica para marcar, y tras el primer empate fue Zamora quien no acertó a batir al sustituto de Tomaszewski.

El equipo español, con el primer gol, mantuvo una cerrada defensa en la que las cabezas de Alexanco y Jiménez acertaron a despejar los múltiples envíos a ellos lanzados sobre el área. Hubo algunos momentos de desconcierto en los marcajes, porque Lato, que tuvo consecutivamente como marcadores a Gordillo y Zamora, pasó a ser perseguido por Jiménez, al que intentó sacar del centro de la defensa. Las aperturas españolas se produjeron fundamentalmente, porque el lateral izquierdo Jalocha no puso oposición alguna para contraatacar. Camacho y Gordillo se multiplicaron para evitar las penetraciones polacas, que siempre contaban con el apoyo sustancial de Lato, que era quien las dirigía.

En la segunda mitad los polacos, con el público apoyándoles, se lanzaron a un ataque continuo. La defensa española fue desbaratada como no lo había sido con anterioridad, y llegaron los goles cuando nuestro ataque no había renunciado a marcar de nuevo. La anécdota del partido estuvo en el hecho de que en la primera jugada en que intervinieron Matysik y Palasz, éste logró el empate.

Durante diez minutos se barruntó el desastre, porque dio la impresión de que Polonia era ya imparable. El equipo español tuvo la suficiente capacidad de reacción para no dar el encuentro por perdido. Sólo con la igualada a dos tantos se produjo cierto conformismo. O, mejor, el deseo de mantener un resultado honroso frente a una selección que se ha clasificado invicta para el Mundial y que ha ganado a Argentina en Buenos Aires.

A Polonia le falló fundamentalmente Boniek, que a pesar del gol que marcó no fue el motor del equipo como se esperaba. Alonso lo tapó siempre bien y le ganó las carreras de cara a la meta local. Polonia tuvo diez minutos de fuerza que pusieron a prueba a la defensa y a Arconada. El meta donostiarra, en el primer tiempo, hizo un paradón magistral. Detuvo un balón rematado por Lato desde cuatro metros de distancia. El equipo español tuvo una actuación meritoria en todas sus líneas.

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